jueves, septiembre 25, 2008

Crecimiento espiritual.

Una vez he dejado clara mi postura en cuanto a las religiones, y volviendo a lo que me ha llevado a escribir este post. Hoy he ido por el camino del crecimiento y el aprendizaje. Aquí me ha surgido una duda. Algo que en al menos tres de las religiones más camorristas del mundo (cristianismo, islam y judaismo) tienen en común es, que el sexo debe producirse dentro del matrimonio.
Si venimos a esta vida a relacionarnos, superar obstáculos y crecer. Si cada relación con otra persona nos aporta o nos ayuda en esa evolución y aprendizaje. Si la manera básica de conocimiento es a través de las uniones y separaciones de otras personas. Si el sexo y las relaciones de pareja son la manera más profunda de relacionarnos, entregarnos y aprender con, a y de otra persona. Entonces, ¿de eso no se infiere que una única unión de este tipo puede estar retrasando o limitando nuestro conocimiento? ¿Acotando las capacidades tanto nuestras como de los demás?
No se me entienda mal. No estoy haciendo aquí una defensa de la poligamia, ni una crítica a los que encuentran a su media naranja y deciden que es para siempre o a aquellos que deciden que superar las dificultades con una persona, sea cual sea, es un acto de fe. Las decisiones y creencias de cada uno marcan su vida. Sólo estoy llevando a cabo un razonamiento que a mi modo de ver es lógico.
Me parece que la vida es un fluir y es única en cada individuo. Todos tenemos una pequeña intuición que nos dice cosas en cada momento, y que nos empeñamos en aplastar. Cada uno hace frente a sus obstáculos, porque cada uno de nosotros tenemos algo que aprender y es diferente en cada individuo. Puede que alguien encuentre a quién entregarse plenamente a la primera y sea totalmente satisfactorio, o puede que tenga que darse a diez personas antes de encontrar la ficha que cierra su puzzle. Pero olvidamos que ha aprendido cosas en esas diez relaciones en las que se ha entregado. Probablemente lo que ha aprendido era necesario y ha hecho más pleno el matrimonio, más consciente, más intenso y más deseado.
Entonces las religiones han defendido durante mucho tiempo aquella ley del márketing que dice: Más vale ser el primero que ser el mejor. Pero no es lo que a mi me enseñaron en el colegio, a mi me decían algo así como: se la mejor versión de ti mismo que puedas ser. Para ser la mejor versión de mi misma, debo de caerme muchas veces, porque tengo millones de cosas que aprender. Además si todo se me perdona porque todos nos podemos equivocar, cómo es que no me puedo equivocar al escoger a la persona con la que compartir mi vida. Parece que es la única decisión irrevocable.
Es algo a lo que llevo dándole vueltas todo el día. Si uno es infeliz, no puede ser la mejor versión de si mismo. Si uno se esta hundiendo, a veces, no puede salir a flote solo. Si uno se equivoca en la decisión que ha tomado, probablemente haya más personas infelices en la ecuación. Si uno no puede rectificar, probablemente no pueda llegar al siguiente nivel de consciencia espiritual. Entonces, de ello se deduce que cada vida es única y se rige por normas que sólo el que la vive controla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo. Te equivocaste con la primera elección y tardaste mucho en darte cuenta, tú sigues buscando el camino y al fin le estás dejando crecer a él.
Aunque, en mi humilde opinión, también te estás equivocando en la segunda... Volver a estar acompañada tan pronto ahora no e dejará crecer a ti.
Un saludo cariñoso de alguien que te quiere bien.

mnznt dijo...

Sólo era una reflexión general. Si alguien quiere llevarlo a mi terreno particular le diré que no tiene todas las claves, esas sólo las tengo yo. Sólo teneis que saber que ahora escucho a mi voz interior.
No voy a defender mis decisiones más allá de estas matizaciones.
No lo veo como una equivocación. He amado mucho, he crecido mucho y he aprendido mucho con esa persona. Simplemente el amor se me caducó. Y en el tiempo empleado en esa relación no hay ni un segundo malgastado porque todo me ha aportado algo, al menos a mi.
A día de hoy guardo un grato recuerdo y sigo sintiendo mucho cariño y mucha ternura hacia el, aunque haya aún una pequeña cicatriz.