miércoles, noviembre 30, 2011

Piglet (Tímido)

Me aseguras que existo. Y sin embargo yo, a veces, desearía no existir. Me agota la lucha constante. Ese tirar de mi hacia fuera. Hacia adelante.

Me escondo en la nevera. Sólo en verano. Buscando bebidas abres la puerta. Cuando me encuentras pongo excusas. Era para que el monstruo que guardo dentro no se sintiera solo. Y tu sonríes arrastrándome fuera una vez más.

Me guardo en la cómoda. Los días de lluvia entre noviembre y febrero. Mientras buscas calzoncillos topas conmigo. Y tu mano queda tendida hacia mi. Me preguntas como acabé allí. Te equivocaste al doblar la ropa interior y me guardaste; como se estaba calentito me quedé. Y tu sonríes lanzándome sobre la cama.

Me abrazas. En ese instante me vuelvo consciente de me existencia. Recupero las fuerzas. Poniendome el mundo por montera.

lunes, noviembre 28, 2011

Trastorno obsesivo compulsivo

Repaso mi vida una y otra vez. Olvido. El pasado ya no existe. Queda impreso en palabras colgadas en un blog. Se vuelven ajenas. Ni siquiera puedo recordar el momento en el que escribí la frase que precede un sentimiento anterior. Quedan conceptos anclados en mi mente. Cicatrices en mi corazón. Lecciones entre mis dedos. Están las musas susurrantes que impiden que me vuelva loca.

Me pregunto de nuevo. ¿Qué ocurrió? ¿Cómo he llegado a este lugar apacible? No hay respuesta. Este castillo con nubes y relampagos. Hogar en el que mi alma reposa. En el que me dejas jugar con los truenos. A medio metro de tu boca. De nuevo en periodo estable.

Tal vez siempre se me dió mal dejar de amar. Lo intenté. Creo. Pero no importa. Es algo que no necesito hacer. Contigo siempre existió la eternidad. Aprendí. No tengo claro qué. Pero sospecho que aprendí cosas. Algo que guardo en la caja de pandora. Esa que sólo se abre cuando mi alma llora. Pero sé que ahora sonrié. Lo veo reflejado en tus pupilas. Mientras me prometes otras cincuenta y tres carcajadas más. Escapándose de mis labios. Aterrizando en tu boca.

Y analizo cada instante una vez. Y otra. Sopeso las posibilidades. A menudo mi inmadurez me impide verlo todo. Sin embargo el corazón sabe lo que quiere sin decírselo a la mente. Y ahora me conformo con las caricias de tus manos sobre mi piel. Me llamarás mimosa. Mientras mi cabeza sigue haciendo girar la noria. Mientras cansada mi mente se queda colgada en procesos innecesarios. Repasando esos instantes que no importan. Será el roce con tu alma lo que apacigüe. Interminable camino circular que recorren mis neuronas.

sábado, noviembre 26, 2011

Equilibrio

Puede que necesite que me abraces;
mientras mi organismo desciende a los infiernos.

miércoles, noviembre 23, 2011

Tal vez hoy no debería

En lugar de despedirme, te llamaré. Te preguntaré cómo estás, tras el hola de rigor quedaremos en el hotel de siempre. Pero sabré que perteneces a otras vidas que ni siquiera saben de mi existencia. Durante los dos minutos que hable contigo olvidaré quien soy, mis costumbres, el día a día. Huiré a ese lugar desierto que nos pertenece.

Yaceré, en esta vida repleta de gente. Mientras tu reposas en tu total privación de mi contenida por extraños. Existiremos únicamente en ondas telefónicas y habitaciones de hoteles lejanos a nuestros hogares y nuestras rutinas. Nos sentiremos culpables por este deseo irrefrenable que nunca resolvemos evitar.

Susurraré tu nombre, para que nadie más lo pueda oír. Tal vez así, consiga que durante tres segundos sólo sea mío. A pesar de esta necesidad que me asola a veces de enjaularte y poseerte, estoy segura de que no es así. Realmente no quiero hacerlo. Eres de los tuyos, esos sobre los que yo no pregunto y tu no me prensentas. Esos en los que no pensamos mientras clavo mis uñas en tu escápula.

Me dejarás ese sabor amargo de la semilla de cacao. Intentarás endulzarlo con palabras furtivas. Pero mi corazón, inteligente, no te creerá. Sin embargo, descolgaré el teléfono para oir tu voz virtual, pixelada por la distancia. Nicotina para mi cerebro que libera endorfinas al son de estas llamadas a escondidas.

viernes, noviembre 11, 2011

Y ¿por qué?

Extraviaba los pañuelos
y olvidaba las palabras.
[En los cajones de la casa.]
Tenía las pupilas
del mismo color que su alma.
Lloraba en los tejados
penas ajenas que le acechaban.

Eran estos detalles absurdos,
los que me cautivaban.

viernes, noviembre 04, 2011

Café

Olvidaré las palabras
en alguna servilleta
perdidas
entre este mundo
y alguna realidad paralela
que le susurra a mi corazón
cómo describir la tristeza.

miércoles, noviembre 02, 2011

11

Desaparece octubre
y queda noviembre muerto,
desolado y abandonado
entre los versos que no escribo
y las horas que se fueron.
Se desvanecen los momentos
que no compartimos
escurriéndose en el tiempo,
deslizándose la arena
sobre el cristal ahumado
que eligió el relojero.
Deja de existir el nosotros
para abrirles paso a ellos,
desamparando noviembre,
putrefacto y somnoliento,
intentando olvidar
aquello que intento convencerte
de que no quiero,
antes de que nos atropelle
ocioso, el adviento.