martes, septiembre 23, 2008

Asfalto

Una mesa. Hay un portátil sin vida sobre ella. Rastros de que has pasado por mi vida y ya no estás. Cojo tu móvil, alguien se olvidó de cargarlo y reposaba, muerto, al lado del ordenador. Te has ido. Mi casa está vacía sin tu calor. Huellas de vida se ciernen en esta guarida que me escode del exterior. Antes, cuando tu estabas aquí era un hogar. El lugar amarillo al que regresaba al salir de trabajar. Tu estabas en esa mesa que ahora miro, vacía de ti, pero llena de cosas que te recuerdan, que te añoran.
Llueve sin ti. Te gustaba. Decías que era como si los ángeles llorasen de alegría para hacer fértil el mundo. No quiero salir de este refugio. Ellos, nuestros amigos, me obligan a alejarme de ti. Dicen que te has ido para siempre, que no volverás. En la iglesia me dijeron que un día te encontraré otra vez. Quizás en la vida eterna puedas explicarme por qué se hace tan duro vivir sin ti. Me siento en la mesa. No quiero esperar tanto.
¿Por qué aquel coche te arrebató de mi? Te vi; en el asfalto. No eras tú. Tu cuerpo estaba allí, pero tú no me mirabas diciéndome que estabas bien. No me mirabas. No podía llorar. No quería renunciar a ti y las lágrimas eran lo único que me quedaban. Ese torrente se ha desatado hoy mientras miraba la mesa dónde te sentabas a trabajar. Pero tú no estas en ella. Y eso me hace llorar. Me doy cuenta cuan lejos estas ahora de mi.
Dicen que es bueno. Tengo que dejarte marchar. Tu hermano vino y me dijo que teníamos que guardar tus cosas. Lo eché de aquí. Me han aconsejado vender la casa; y si vuelves no sabrás donde estoy.
¿No se dan cuenta que te amo? No puedo pasar por aquella calle que te mató. Mi cama, vacía sin ti; vacía, sin mi. Ahora duermo en el sofá. No me atrevo a entrar allí. Si mirar tu mesa, ese lugar en el que sólo trabajabas me rompe, no me quiero imaginar oliéndote en nuestras sábanas. El hecho de poder recordar tu cuerpo sobre el mío me destroza los nervios. Sólo entro en nuestra habitación para coger la ropa. Un día me senté en el rincón y te soñé. No he vuelto a permanecer más de diez minutos allí. Paso por ella camino al baño.
Vacío. Filo. Sangre en la bañera. Fuera llueve. Me adormece el sonido de las gotas sobre el asfalto. Ese asfalto que te robó de mi.

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