miércoles, abril 30, 2008

Dostoyevski

Leyendo a Dostoyevski me he dado cuenta que mi hermano escribe como él. Mientras repasaba Noches Blancas, recordaba toda la ternura y soledad que componen los relatos de Álvaro.
Ese romanticismo platónico y explosivo. La necesidad de que otra persona mire y vea lo que existe dentro de uno. Una autodestrucción autista y ermitaña te sumergen en su mundo.
Personajes extraños, dulces, silenciosos, perdidos. Desconocidos entre la multitud que observan. Personas que encuentran la belleza en lugares solitarios e inhóspitos, en grietas que denotan el paso del tiempo. Sitios olvidados para la mayoría de nosotros. Desapercibidos para aquellos que siempre van con prisa.
Si lo pienso detenidamente son fotografías en blanco y negro de un mundo a color. Las palabras componen sensaciones que te transportan al mundo de los grises, de la tristeza, de la incomunicación. Bocetan para el que los lee la sensación de sentirse incomprendidos, de no terminar de entender la vida que bulle fuera. Su mundo interior juega dentro, los transforma y convierte el mundo en un lugar donde lo que a primera vista no considerarías hermoso, se vuelve tierno y te parte el alma.

sábado, abril 26, 2008

Para alguien especial que cumplió años ayer.

No eres perfecta, nunca aspiraste a la dicho estado.
Has intentado ser feliz, y a veces has fracasado.
Elegiste caminos que hasta mi te han traído.
A pesar de la vida nunca te has arrepentido.
Te miro y te veo hermosa por dentro y por fuera.
Como si tu presencia pudiese encender una hoguera.
Para mi tu nombre es sinónimo de hogar.
El lugar más cálido donde uno puede reposar.
Cuando el mundo va mal a tus brazos quiero volver.
El ciclo, en el que me creaste, empezar otra vez.
Como un bebé llorar hasta poder echar a andar.
Levantarme y gritar que te quiero a rabiar.
Que eres luz, candor, serenidad, amor y tierra.
Eres la madre naturaleza, que en casa me espera.
Sin ti yo habría abandonado más de una vez.
Tú, que comprendes, amas y cuidas mi ser.

martes, abril 22, 2008

Guerra.

Estrategias, religión y valores,
hermosas palabras,
de tu justicia los pilares;
llantos, sangre y temores,
horribles vocablos,
de tu egoísmo daños colaterales.

Estoy dentro de ti,
siendo cómplice de miles de masacres,
pero un día me levantaré arrepentido,
llorando las lágrimas de millones de madres,
y te pediré explicaciones,
y tu cabeza vendrá de seguido.

Ya no estaré ciego al dolor,
querré mirar a los ojos de aquel que agredí,
y pediré mi más sincero perdón,
por de mi comodidad no haber querido salir.

Me disculparé
por lo que no he hecho,
por no luchar por sus derechos,
y no haberme sentado, antes, a meditar,
hasta el momento en el que mi pecho
se ha puesto a gritar.

lunes, abril 14, 2008

Rendijas.

Mis pies se posan sobre el parqué. Andan desnudos lentamente. Seguros recorren la distancia hasta ti. Tu que duermes serenamente. Tu respiración se acompasa con mis movimientos para llegar a la cama. Siento el calor de la estufa sobre mi piel. Mi ser se hace mar pensando en llegar junto a ti. Reproduciendo despertarte entre besos y hacerte mío otra vez esta noche. Me atrapas mientras descansas, en la telaraña de sueños eróticos que se cuelan en mi mente. Y percibo el suelo bajo mis pies, es suave y traicionero. La leve brisa de la rendija de esa ventana que no cierra bien. Las sensaciones en mi dermis son claras y contundentes. Se vuelven caricias de amor involuntarias. Me erizan, me sofocan. Esta mezcla entre exterior helado e interior febril nubla mi mente.

Llego a la cama. Se acoplan a mis curvas las sábanas que te cubren. Acunan el deseo mientras se convierten en manos que cubren cada milímetro. Mi mano se posa en la tuya. Unión. Un manto que nos envuelve a los dos en esta ardiente y fría madrugada de invierno. Todavía quedan huellas en mi memoria perceptiva de mi escapada de esta jaula. Pistas que dormitan en el subconsciente de mi deseo. El susurro de tus inhalaciones se convierte en cantos de sirena que me llaman al placentero mundo de la inconsciencia.

Mis ojos te miran cansados. A punto de cerrarse para dormir. Se acercan alegremente hacia el lugar donde te escondes. Intentando compartir fantasías oníricas en las que ser tuya por la mañana. El peso de las mantas se convierte en el abrazo que me deja rendida. En paz me encuentro. En armonía con el universo y con tus sueños, con la muerte y mi deseo. Y noto la ternura de tu mano que ahora acoge mis dedos. Es lo último que siento. Duermo.

jueves, abril 10, 2008

Norma 127

Nunca le dirás a nadie: ni loca me iría a vivir contigo. Mucho menos si estas enfadado.

Explicaciones.

Hay momentos en los que uno pide explicaciones para justificarse, porque es necesario hacerlo. Existen otros en los que uno las pide para saberlo para la próxima vez. Tratar de poner excusas o rebatir en esta última ocasión puede hacer que nuestro interlocutor se mosqueé y acabe dándonos un rapapolvo que no nos merecemos, y con el que podemos o no estar de acuerdo. Normalmente has de dejar claro por qué las pides. Puede que si dejas claro que es para decir algo en tu defensa no te den la oportunidad.
Deberíamos de ser muy cuidadosos según en que situación nos encontremos. Si la decisión ya está tomada y exiges los motivos, has de tener en cuenta que intentar poner pegas normalmente irá en tu contra. No deberías arriesgarte a decir nada, o decir lo menos posible. O simplemente no pedirlas. También hay personas en este mundo a las que no se les da bien dar explicaciones. Tienes que valorar ante quién te encuentras.
Hay gente que necesita saber el por qué de los rechazos. Cómo cuando rompes con tu pareja o cuando te dicen que no en un trabajo. Normalmente, si eres observador, ya deberías saber el motivo. A veces te pilla por sorpresa, puedes preguntar, pero llega un momento en el que debes valorar si ahondar más va a ser mejor o peor para ti.

Asertividad.

No sé cómo ser una persona asertiva. Las pocas veces que lo intento me acaban diciendo que me paso con la otra persona. Esto me hace más insegura y mina mi autoestima, ya pequeña de por si (aunque a menudo no lo parezca).
Teníamos a un amigo en casa. Es un amigo al que queremos bastante y con el que se suponía que nos íbamos a ir a vivir. Le dije que mi casero me había reñido porque ya llevaba 3 días en casa. Aprovechando que me había puesto un poco borde, seguí y le dije que no me quería ir a vivir con él. He visto cosas que me han disgustado, lo siento. Vivir con alguien es difícil de por sí, y yo que no digo las cosas que me molestan más que a los íntimos. Además soy bastante exigente en algunos aspectos. Así pues lo llevo peor y me ando quejando por las esquinas.
Supongo que el problema vino cuando me pidió una explicación y se la di. Dicen que me pase. No sé que esperaban obtener de mi. Cuando me pongo seria soy mala. Por eso no me gusta enfadarme, ni ponerme seria. No consigo decir las cosas de buenas maneras y que la gente se dé cuenta de que me molestan. No mido mis palabras. Pensándolo friamente, no le dije cosas que no le hubiese dicho antes en otras conversaciones. Lo dije de manera diferente, más directa y con más reproche, pero recordando otros momentos de la semana, entre pitos y flautas ya había sentado las bases, sólo había que leer entre líneas. Todos somos egoístas, sólo nos conocemos a nosotros mismos, no me parece mal. Yo también lo soy y lo de ayer fue un claro ejemplo. Una vez lo he dicho ya me molesta menos, es como si el problema ya no fuese mio.
Entonces viene la otra parte. Se lo suelen tomar bastante mal. No soy buena escogiendo las palabras para reconfortar y soy bastante cruel en estas situaciones, aún sin quererlo. Quizá veo con claridad los talones de aquiles de la gente y aunque parezca que me ensaño, nada más lejos de la realidad. Simplemente soy sincera. Tal vez no sea por dentro tan buena, ni tenga mucha paciencia para según qué. Hay cosas que sé que me estresan mucho, porque me han educado con ellas y se han convertido en valores pilares en mi forma de pensar. No digo que sea justo, ni que esté bien, simplemente soy así.
Y en ese momento alguien me dice que me he pasado. No, perdona, he dicho las cosas de la única forma que sé. Incluso, probablemente me haya callado otras. Deberían de traer manuales sobre Qué decir si te piden explicaciones. Yo lo seguiría a pies juntillas.

miércoles, abril 09, 2008

Idealización vs amor.

Ayer en el curso tuvimos una discusión. Alguien argumentaba que se puede tener idealización sin amor. No estoy de acuerdo. Y no tengo muy claro cómo derivó a que se puede amar sin idealizar a la otra persona. Tampoco creo que esto sea cierto. La tesis principal de estos dos argumentos parece que es, que el amor es egoísta. Señores, despierten, todo en esta vida es egoísta. Porque al menos yo sólo estoy segura de que yo existo, el resto podríais ser creaciones de mi fantasía, aunque yo crea que sois reales. ¿Ciencia ficción? Pues vale.
Nota: por favor entendamos el amor de manera extensa, como sentimiento de cariño o afecto que se profesa hacia alguien. No tiene porque derivar en pareja, puede ser filial, fraternal...

Partamos de la segunda. La primera la analizaré otro día.

¿Se puede amar sin idealizar? Nosotros no amamos a otra persona, queremos a la idea que nosotros tenemos de esa persona. Idea es la palabra clave. Ensalzamos las cualidades de esa persona. Puede que veamos, o no, los defectos. Lo que es verdad es que no cuantificamos igual ambos, y por eso se producen amor y desamor. Esto produce que sea duro cuando nos falla. La traición cuando se espera amor es difícil de perdonar. Partes de la personalidad de ese individuo que están ahí desde el principio y a los cuales no hemos dado importancia se vuelven cruciales en el momento de la separación. Entonces, ¿cuántas veces no hemos escuchado el consabido, "pero si sabías desde el principio que era así"? Nos negamos a ver lo obvio. Idealizamos. Todos hemos dicho alguna vez, "conmigo será diferente". ¿Pero las personas cambian por ti? En ocasiones intentamos valorar lo negativo, ser conscientes. En cambio decimos "sé que tiene ese defecto, pero le quiero", lo que realmente estamos diciendo es que me aporta otras cosas, o estoy enganchado porque me da algo que sin él no puedo tener. Aunque ese algo sea proyección de nosotros mismos en la otra persona, y al final nos amemos a nosotros mismos.

En la sociedad del "Porque yo lo valgo", tampoco tengo muy claro que nos conformemos con algo inferior a la "perfección". Asumiendo que nadie es perfecto, buscamos aquello que se aproxime más, o que al menos, atenúe o complemente nuestra propia imperfección. Eso con suerte. Muchos de nosotros nos hemos criado frente a la televisión y tenemos unos referentes casi perfectos, al menos políticamente correctos. La vida se aleja bastante de ellos. Es fácil perdonarnos a nosotros mismos, o entender las excusas que ponemos cuando queremos disculparnos por haber actuado mal. No es tan sencillo cuando tenemos que hacerlo con otra persona. Demandamos en ellos lo que no nos pedimos cumplir a nosotros. Son tiempos difíciles para el amor y la concordia.

Se supone que con los años aprendemos y la forma de amar cambia. Recuerdo que en mi infancia y adolescencia quería que alguien fuese sólo para mi. Si bien es cierto que yo nunca he deseado ser en exclusiva de una persona. A pesar de necesitar a alguien para respirar, he necesitado más gente a mi alrededor. Hoy en día entiendo que las personas de mi alrededor quieren a otras. Lo he aceptado por tres motivos. No tengo tiempo suficiente para estar pendiente de todos ellos. Yo también quiero tener a otras personas en mi vida, sino me aburro. Sus valores positivos se multiplican y son mejores personas, por la interacción, me aportan más. Esto se traduce en que si ellos son más felices porque se sienten más completos, me quieren más y mejor. Los amo más y mejor. Mi idea de ellos se ensalza y mi cariño es más grande.