domingo, septiembre 30, 2007

Besos.

Al hilo del post anterior, una cosa que lleva mucho tiempo dándome vueltas por la cabeza. Mi primera aproximación a los besos (los morreos y eso) fue gracias a un poema de Amado Nervo.

Yo ya me despedía.... y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.

Salí a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aún más te sonreí... Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso:
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»

A veces este poema asalta mi mente y se repite en ella millones de veces. Me parece sublime y sencillo.

Tristeza.

Para mi la imagen de la tristeza siempre ha sido algo más melancólico, una tarde gris con lluvia cayendo en la calle y alguien que lo mira desde una ventana porque no puede salir. Y el sonido siempre fue la canción de Cómplices de "Hoy necesito". Era como si alguien pudiese salvarme de mi soledad. Y aunque a veces, cuando me siento así todavía siguen siendo esos mis referentes de melancolía o soledad, ya no lo son de tristeza.
Todo eso cambió. Fue cuando vi la escena de Anatomía de Grey de Izzie en el suelo del baño sin poder levantarse. Si a esta escena le añadimos la canción de Snow Patrol que cerraba la temporada anterior, podéis haceros una idea de que pienso cuando estoy triste o de como me siento. Me siento exactamente así. Aunque no me dejo tirarme en el suelo del baño, porque sino tengo miedo de no volver a levantarme, lo que me apetece hacer es eso. Es lo que tiene ser emocionalmente inestable. Lo bueno de saberlo es que no dejas que eso llegue más allá. Y lo mejor, la capacidad esa se la tengo que agradecer a mi madre que es una grandísima educadora. Mi hermano y yo no somos gente fácil y ha conseguido hacer de nosotros gente de provecho.
Para finalizar este post esa es la magia de los libros, las películas, los relatos... toda la cultura que nos envuelve hace que nos veamos reflejada en ella. Esas son las cosas que necesitamos para no sentirnos solos, saber que alguien más se ha sentido alguna vez exactamente igual que tú. Y eso se consigue a través de la comunicación. Lo gracioso de todo esto es que al final, a veces las ideas que tu tienes sobre algo son imágenes de otro que se han grabado en tu cabeza.

sábado, septiembre 29, 2007

Superpoderes

Tengo un superpoder. Sí como habéis oído, no sólo las madres tienen superpoderes. Todos tenemos algún superpoder. Algunos lo sabemos otros no. A veces no somos conscientes de que tenemos un superpoder. A veces tenemos más de uno. Zon es capaz de coger algún tipo de forma de programar y aprenderla en un día. Javi es capaz de hacer que nadie se enfade con él cuando se sale con la suya. Bueno pues mi primer superpoder es que cualquiera que se tumbe o acueste conmigo acaba durmiéndose aunque no fuese esa su intención. Lo consigo hasta con zon que como todos sabéis es imposible verlo dormir :P. Además es un sueño bastante profundo y reparador. Y suele ser más largo que los que suelen tener. Es gracioso porque eso significa que consigo que la gente se relaje hasta el punto en el que se queda dormida sin querer y sin darse cuenta. Si queréis podéis incluir los superpoderes que sabéis que tenéis.

Un bolso.

Colgó el teléfono.
-Necesito un bolso- dijo en voz alta. Su mente no paraba de repetirlo. No valía un bolso cualquiera, tenía que seguir ciertos requisitos. No podía ser de plástico o de tela. Nunca había tenido un bolso que no fuese de esos materiales. No podía ser muy grande. Pero a ella no le gustaban los bolsos pequeños. Nunca le cabía la mitad de lo que necesitaba. Y no podía ser muy caro, ya se había gastado el dinero que en otro momento le tintineaba en el bolsillo. Y tenía que parecer de persona mayor y responsable. Ella era responsable pero no lograba sentirse mayor.
-Necesito un bolso- repitió sin llegar a oirse. -¿Tengo un traje? Sí, tengo un traje. Necesito un bolso.- Pensaba en voz alta. Los zapatos no serían un problema. Cuando cumplió 22 años empezó a acumular zapatos como hace cualquier mujer. Pero nunca había necesitado un bolso. Nunca le había preocupado el bolso que tenía que llevar. Exceptuando para las bodas y siempre había conseguido uno prestado. Cogió el dinero. Se enfundó en unos vaqueros. La primera camiseta. Y desapareció en busca de un bolso.
"Necesito un bolso." Repetía en pensamientos de camino a cada tienda. Y en cada tienda se repetía lo mismo. "Este no me gusta." "Demasiado grande." "Demasiado pequeño." -¿No tienen uno más sencillo?- "¿Por qué los más sencillos son más caros?" "Por favor, uno sin tachuelas." No encontró ningún bolso. No se decidía. Quizás no estaba preparada para crecer. Tenía una entrevista mañana y no conseguía ningún bolso. O al menos ninguno que diese la impresión que ella buscaba. -Tan sólo es un bolso- Se decía para animarse. Decidió conformarse con uno que si bien no le gustaba del todo, podría dar el pego en caso de necesidad, y además era barato. El bolso en cuestión no la obligaba a deshacerse de su infancia de una manera tan rápida. Exhausta llegó a casa y se tumbó en la cama. Su mente repetía "Necesito un bolso."

Olores

Ese olor a madera, a sabia, que emanaba de su piel dorada anunciaba la llegada de la primavera. Era un síntoma más como las flores que abren su mirada al cielo o como los pájaros que empiezan a cantar alegres sobre el alfeizar. Se había acostumbrado a los ritmos de su cuerpo, esos que nadie más percibía. A esas pequeñas cosas que la naturaleza le regalaba sutilmente sin que al principio fuese consciente. Ahora las buscaba. Sabía que eran señales que le mostraban pequeños acontecimientos. Diminutos instantes de sabiduría concentrados en un hecho que a priori parecería aislado. Cuando encontraba uno seguia su pista. Para la gente era como leer las hojas del té. Para ella era un divertimento. Era como leer la tristeza en unos ojos que no lloran o la alegría en unas facciones serenas. Era ver los acontecimientos antes de que los demás fueran conscientes, porque podía ver las pequeñas señales. Sus pequeños secretos.
Se puso a mezclar la harina con la mantequilla. Iba a hacer la masa de las galletas. Las galletas eran su manjar preferido en primavera. Pero había muchas más cosas que cocinar. La primavera la volvía trabajadora y la aproximaba a la cocina, a sus olores y a sus cánticos. En su nariz se mezclaba el olor de su piel, ese olor acre, exquisito y sutil, con el olor dulce y arrullador de las galletas en el horno. Los olores inundaron la casa, arrastrando con ellos su olor. Ella imaginaba pequeños relámpagos de color que movían por el aire esos olores. Esos olores llegaban a la nariz de alguien y revelaban recuerdos que parecían olvidados. Todos sabían en la casa que cuando ella hacía galletas estaba a punto de llegar la primavera. Era esa transición silenciosa que se hacía en la casa. Y así empezaba el movimiento tras el estático invierno. Nadie la escuchaba pero todos la veían. Todos se volvían trabajadores para acabar reuniéndose. Alguien empezó a abrir las ventanas. Ella podía escucharlo desde la cocina. Pusieron un disco antiguo que la invitó a bailar. Ella seguía en la cocina preparando la merienda. Grandes vasos de batido rebosaban chocolate, o fresas, según cada uno prefiriese. Y para ella un gran vaso de vainilla, aquel olor daría a su piel un toque maestro, lo sabía. La batidora ahora atareada, hacía nata, levantaba claras, no paraba en toda la tarde. Parecía que el silencio del invierno se hubiese trasladado a la alegría comedida de la primavera. Se oía el murmullo de los coches a lo lejos, de vez en cuando alguna sirena. Olores nuevos invadían la cocina, olores que a veces llegaban de muy lejos. Alguien se estaba perfumando. No sabía dónde pero llegaban a su nariz pequeñas gotas de perfume. Desde la fábrica de tabacos cercana se desprendían unas cuantas fragancias a tabaco seco. Alguien abrió la puerta y el ligero aroma de humo y café se coló por la cocina. Una breve sonrisa iluminó su rostro por un instante. Si no se deba prisa no llegaría. Una tarta fue apareciendo lentamente con su trabajo. Millones de olores exquisitos inundaban el ambiente. La algarabía habia inundado también la casa. De repente apareció una marabunta que ocupó sus asientos, dejando sólo uno vacio, el de ella.
-¿Qué celebramos?- Preguntó el pequeño que era recién llegado. Todavía no conocía las rutinas.
-Que hay tarta.- Respondió ella y comenzó a repartir con una gran sonrisa. Los ruidos y las risas invadieron la cocina.

viernes, septiembre 28, 2007

Miradas

Su mirada solía reflejar exactamente lo que sentía. Era uno de los rasgos de ella que le habían atraído. Más que atraído, le habían hipnotizado. Sus ojos eran capaces de hacerte sentir cualquier cosa, con sutiles movimientos, pequeñas insinuaciones o inusuales arruguitas. No tenía muy claro si era algo que sólo veía él o era algo que cualquiera que se fijase podía percibir. Cuando estaba melancólica el verde de su mirada se hacía profundo e intenso y eso se reflejaba en toda su belleza, etérea, profunda e intensa. Cuando estaba alegre tintineaban las niñas de sus ojos y no paraban quietas ni un segundo, y se volvía un ser encantador, perdiendo esa fragilidad. Esa metamorfosis era algo que solía descolocarle pero mantenía su interés. La hacia misteriosa, segura y vulnerable. Su mirada, aquello que expresaba todo lo que él necesitaba saber de ella. Aquellos ojos que podían contar cualquier historia. Aquellos que lo trasladaban desde el más aciago de los momentos hasta la más sublime felicidad. Esos que ahora lo miraban desde el otro lado del salón y lo traspasaban como si ya no estuviese.
Esa mirada era la más triste que había visto en sus ojos. Esos ojos verdes velados por las lágrimas. Lágrimas que no caían. No se atrevía a preguntar por qué se empañaban. Lo sabia, pero no quería que ella se lo contase. Eso lo haría real. No estaba preparado para que fuese real. Lo único que necesitaba era abrazarla, pero estaba tan lejos. Su cuerpo parecía una figurita de porcelana, tan blanca, tan fría, tan recta, encargandose de todo, tomando decisiones. Ella odiaba tomar decisiones. Cualquiera diría que no se derrumbaba. Pero el la conocía, podía leer en sus ojos aquello que los demás no podían intuir. Ella sólo deseaba que la abrazase. No podía resistir sentirse así. Había que hacerlo, alguien tenía que ser responsable, lo sabía. Ella también sabía que él no hubiese sido capaz, que estaba atónito como si el mundo se hubiese detenido con la noticia. Él podía sentir que ella lo sabia desde el otro lado de la habitación. Sólo podía fundirse en su mirada, en esos ojos que ahora lo traspasaban. Era lo único que podía hacer.
-¿Por qué no lloras?- Preguntó después del funeral. Ahora podía empezar a creer que era real, no quería, pero podía.
-Por que si empiezo me vas a tener que abrazar, no sé cuando podrás soltar mi mano porque no sé cuando podré parar.- Tras pensar un rato añadió cuando todavía sus ojos lo traspasaban. - ¿Crees que podrás asumirlo?-
Él no supo que contestar. Pero ella ya estaba llorando. Así que la abrazó.

jueves, septiembre 27, 2007

Parafraseando: amor y otros desastres.

¿Debe existir un equilibrio entre amar y ser amado? No creo en el equilibrio. Pienso que el tiempo hace que puedas hacer las dos cosas. Es decir, en este momento yo necesito ser amado, quizás alguien me ame. Pero yo amo, amo a veces, amo en silencio, amo a gritos, amo a esas personas a las que quiero tener cerca. Hay momentos en los que alguien necesita que yo le ame. En esos momentos se ve mi amor, que en otros momentos pasa desapercibido. En un instante diferente tal vez mi necesidad de ser amado sea más grande que mi amor. O quizás en algún momento la necesidad de amar sea tan grande que no pueda hacer otra cosa.
En este momento pienso que el amor y la necesidad van unidos. Aunque hay quien dice que si existe uno no puede existir el otro. Quizás lo que no vaya unido sea la posesión y el amor. La necesidad y la posesión no tienen porque ir de la mano. Cuando amas tendrías que ser capaz de soltar lo que amas, aunque no niego que suponga en ocasiones un gran esfuerzo.
Realmente no me preocupa si amo más o si me aman más. Creo que tengo de ambos. Mucho amor para dar y mucho amor para recibir. A veces no entiendo porque quiero a alguien pero le quiero. A veces no me lo pregunto, sólo lo hago. A veces no veo a quien quiero pero no por ello dejo de quererle. A veces no comprendo a quien amo. A mi personalmente con tener a alguien que me abrace en las noches de invierno, y se acuerde de mi cumpleaños, y alguien que necesite abrazarme cuando esté triste me doy por satisfecha.

Bloguear...

El otro día leía que un blog es algo que uno escribe porque necesita ser aceptado. Quizás también es algo que uno escribe porque necesita aceptarse. A veces no te importa si lo leen o crees que nadie lo lee y descubres que has conectado con alguien. Aunque sea haciendo automonologos. Me parece que es una manera hermosa de compartirse. Es decir, siempre nos quejamos de que nadie nos llega a conocer, o de que no llegamos a conocer del todo a los que están en nuestro corazoncito. Quizás esta es una forma de que nos conozcan, de que sepan lo que pensamos, de encontrar alguien al otro lado de ese muro que hemos levantado. Como decían en la película del chico blanco (Powder), nos sentimos solos y esto sólo es un medio para conectar, porque todos estamos conectados. Y es maravilloso cuando te reconoces en una persona, no te sientes tan solo. Sientes que hay algo más, que la separación solo es física. En la era de la soledad (y no es que antes no existiera, sino que era más importante comer) hay algo que nos une, nos conecta. Y no es ni más ni menos que lo mismo de siempre, los sentimientos. Lo que nos hace humanos, débiles, imperfectos y hermosos. Eso que hace que alguien te comprenda y te quiera porque se ve en ti.
Un blog personal también es una manera de ser amado. He estado viendo Dexter una serie curiosa que plantea muchos de estos temas. A través de un sociópata. A veces no es que no te sepas reir, sino que no sabes que sabes hacerlo. A veces no es que estés solo sino que no te das cuenta de que estas acompañado.

Literatura y crisis.

Ayer tuvimos una discusión interesante. Alguien decía que la literatura está en crisis... Hoy en día parece que todo está en crisis. Hasta yo estoy en crisis... en una crisis continua... Pienso que es un problema con el presente. Hasta que las cosas pasan y se tiene una perspectiva de las mismas uno no aprende que no es tan difícil, que no se está en crisis... Sólo que hay demasiada información o demasiado poca para cribarla toda. Además ahora hay muchos medios de comunicación: libros, revistas, series, guiones, blogs... Millones y millones de lugares donde se esconden pequeños tesoros literarios.
Por lo que yo sé en su siglo Jane Austeen no fue considerada una gran novelista hasta entrado el siglo xix... así que, por qué habrían de ser brillantes los actuales antes de que el tiempo haya jugado en su contra o a su favor. A mi personalmente lecturas con Shopaholic (Loca por las compras, en castellano) me parecen entretenidas y que reflejan una realidad, hay gente así en el mundo y existe gente que quiere tener esa vida. Y otras lecturas con más reputación me parecen un tostón. La literatura fácil de leer puede ser buena, o no, dependiendo del mensaje.
A zon no le gusta como escribo porque soy muy rebuscada, cosa que es cierta. Yo soy incapaz de leer más de 5 páginas de Terry Pratchett aunque me río con esas 5 páginas. Y no me dedico a escribir porque yo se hablar de sentimientos, se decir cosas que me pasan pero no sé contar historias.
Quizás porque soy una romántica sigo pensando que la literatura es algo que te cuenta una historia y te engancha, te divierte y sobre lo que piensas... Así que si algo consigue ese objetivo, no hay crisis, sólo falta de imaginación o de encontrar lo que necesitan por parte de algunos...

viernes, septiembre 21, 2007

Relojes y tiempo.

No sé por qué pero todos los relojes que entran en mi vida funcionan de una manera extraña. Puede que entiendan que en mi vida el tiempo es relativo y eso hace que se inspiren en mi.
Por ejemplo, el reloj de mi ordenador retrasa. No sé a que ritmo lo hace, pero se atrasa. Puede que sea porque siempre que estoy en casa, no quiero salir. O porque espero que sea más tarde. O porque me deja quedarme en la cama 5 minutitos más.
El caso más extremo es el reloj de mi coche. Va 24 minutos adelantado. Y os preguntareis cómo lo sabes. Pues porque iba 22 minutos adelantado antes. El motivo por el que se adelantó tanto no lo tengo muy claro, pero al final el resultado es que la gente entra en mi coche y me pregunta. Yo explico que lo llevaba 7 minutos adelantado, por eso de no llegar tarde. Pero al cabo de un tiempo eran 10 después 15 y ahora son 24. Pero lo ha hecho el solito. Yo sólo soy responsable de o7 de los 24.
Si alguien quiere un reloj un poco excéntrico que me lo deje a mi. El único que funciona bien es el del móvil que va 5 minutillos adelantado.

miércoles, septiembre 05, 2007

ODIO BUSCAR TRABAJO.

ODIO BUSCAR TRABAJO. Sí, busco trabajo en serio, relacionado con la comunicación, las relaciones públicas, la publicidad o lo que salga... Incluso me inscribo en las ofertas para llevar cuentas de clientes (que es como ser comercial pero con un nombre más bonito y sin comisiones) y las de marketing... Me niego a teleoperadora o promociones que eso ya lo hago ahora...
En todas piden nivel alto de inglés a poder ser con certificado medio, alto o bilingüe... que por saco... yo trabajo hablando todos los días con ingleses y no hace falta tanto, incluso me atrevo con los alemanes, aunque acabo diciéndoles que les entiendo pero que no se hablarles, aunque al menos lo intento y aprendo a la vez... O te piden experiencia... O poder hacer un convenio con tu universidad (que estoy a punto de pedir una segunda carrera... sólo para hacer el convenio)...
O lo mejor te preguntan si controlas de informática, la manera es un poco extraña. A ver pone Internet: básico, medio o avanzado. Hasta ahí bien, aunque si eres como yo no sabes exactamente que nivel tienes, así que acaba siendo por cuantas veces lo usas, diariamente, una vez a la semana o cuando te aburres una vez al año. Después preguntan si tienes título... pues no, mire se usarlo porque lo llevo usando toda la vida... Bueno y lo más divertido MESES, a qué se refieren, cuanto duró el curso, cuánto tiempo llevo usándolo... A ver, si yo empece a chatear en el IRC con 14 años (que dije que tenía 15 porque todos tenían 19 y no he vuelto a chatear con gente que no conozco desde los 16) y eso fue allá por el año 95 y estamos en el 07, eso hace unos 12 años y si cada año tiene 12 meses... C*** hace un porrón de tiempo... al final y redondeando llevo usando innete unos 100 meses=más de lo que usted sabe de su existencia... tengo 26 años, llevo toda la vida con innete, tuve cibernovio (al que nunca conocí) cuando aquello no tenía palabra para designarse con 15 años... y mi dirección de correo electrónico era de ctv que hace siglos de esa compañía. Recuerdo decirle a una profesora que no le entregaba el trabajo porque el Chernobyl (aquello sí que eran virus), se había cargado mi ordenador, aquello fue en el 98 ó 99.
Pero lo más chungo, ¿cuánto puede costar aprender a usar un programa nuevo? Es decir, no sé si lo se usar porque nunca lo he necesitado, ni me he puesto, pero no es aprender a programar (que ahí si que digo que soy negada)... Suponiendo que sé usar con suficiente habilidad más de 20 programas... no creo que prender uno más pueda ser muy difícil y si lo es, no tendré más huevos que aprender.
Tienes que saber SPSS, Acces, Excel, Power Point, Inglés (si es cataluña, Catalán), un segundo idioma es mejor, programas de diseño, poder trabajar solo o en compañía, ser organizado, creativo, poder viajar, ser flexible (pues miré no me puedo tocar la punta de los pies con las manos si tengo las piernas estiradas), haber hecho algún tipo de prestación social, y haber sobrevivido a un bombardeo y millones más de requisitos que ahora no recuerdo... Pero el mejor ha sido uno que ponía Sentido común, no sé si alguien tiene sentido común cuando piden todo lo que piden...
Bueno, y eso es sólo para cobrar con suerte alrededor de 12000 euros al año.
No me extraña que haya fugas de cerebros, lo raro sería que se quedasen.

martes, septiembre 04, 2007

Ernest, el osito londinense

Para los que no lo conozcáis, os presento a Ernest.Ernest es un osito que llegó a mi vida de una manera peculiar. Fue olvidado en el aeropuerto, o más bien, se perdió. Supongo que algún niño lamenta su ausencia. Pero lejos de dejarlo huérfano me lo traje a casa y le dí un hogar. Lo duché y le dejé dormir conmigo un par de noches hasta que se acomodó un poco a nosotros. Es que siendo inglés los españoles somos un poco extraños para él, como bien me lo ha hecho saber.
Ernest, que se llama así por La importancia de llamarse Ernest, es un osito encantador. Él me contó que era de Londres y que había pertenecido a un niño de tres añitos llamado Stephen. Habían venido a Alicante de vacaciones. Y que mientras dormía la siesta en el carrito de Stephen, no sabe muy bien cómo había acabado en mis manos. Me ha dicho que no le importa quedarse en mi casa, pero que echa de menos a Stephen.
A Ernest le gusta mucho el té. Así que de vez en cuando le acompaño a tomar un poco de té con pastas mientras me cuenta algunas de sus aventuras. Porque como bien dice Ernest, con un niño todos los días son una aventura. Además Ernest tiene una larga historia porque antes de pertenecer a Stephen vivió con Ángela, que fue quien afirmó la importancia de llamarse Ernest.
Os mantendré al día sobre las aventuras de Ernest. Ahora nos vamos a dormir y a soñar con Stephen y con las historias que nos quedan en el tintero.

domingo, septiembre 02, 2007

YO.

Soy una persona extraña, siempre lo digo y al principio nadie me cree. Tengo mis manías como todos, y mis cosas extraordinarias. Pues una de ellas es el hecho de que las cosas que debería escribir aquí se me ocurren en el coche o en la ducha o yendo hacia el trabajo. Es decir, esos momentos en que mi mente debería estar inactiva o en bajo rendimiento, es cuando mi procesador saca toda su creatividad y crea cosas maravillosas. Es un por saco, me encantaría poder escribir mientras conduzco. Al hilo de esto, zon un día me preguntó que dijese 3 inventos o superpoderes que me solucionasen la vida. Pues uno, para mi, es un grabador de pensamientos. Si alguien se pone a desarrollar uno, por favor, que me lo comunique.

La gente suele decir que ellos quieren volar, superpoder o aparato que considero inútil si no eres fotógrafo o algo así. Puestos a pedir entre volar y teletransporte, me quedo con el teletransporte. Como Hiro Nakamura en Heroes. Pues eso, que quiero un grabador de pensamientos, porque no me gustan las grabadoras de voz. Aunque son útiles porque puedes retomar pensamientos.

Yo a los pensamientos que pierdo en el coche o en la ducha los llamo pensamientos perdidos. Ya hablaré más de pensamientos perdidos algún día, hoy nos quedamos con inventos y superpoderes.