Estos días me ha dado por pensar, gracias entre otras cosas a un anónimo muy majo, en la imperfección, y en cómo aceptarla (casi siempre) me ha ayudado a sonreír más. Yo he tenido comportamientos negativos y a menudo me fustigaba incansablemente por lo que ahora considero tontadas o simplemente despistes. Tengo uno muy habitual que es empezar a rotar el vaso antes de que llegue a mi boca, con lo cual el agua (u otro producto líquido) acaba en mi ropa. Hoy en día me hace muchísima gracia. Empecé a pensar que si me hacía gracia que los demás salieran de casa con la ropa al revés o se resbalasen o cualquier otro despiste, por qué no me hacía gracia en mi misma. Y descubrí que es porque decido meterme en sus cabezas y pensar por ellos, y decido que van a pensar mal de mi por torpe, desastre o con lo que me quiera machacar ese día. Pero yo no sé lo que ellos piensan, porque como ellos no están dentro de mi cabeza, yo no estoy dentro de las suyas.
Por otro lado, me he fijado que la gente te valora en función de lo que tú te valoras (lo aprendí a las malas). También hay que valorar que la gente va a pensar lo que tu quieras que piensen. O si no, siempre puedes dar un empujoncito hacia la dirección que te interesa. Así que deberíamos de proyectar lo que queremos. (Que lo sepa no significa que siempre lo haga bien). El ejemplo de mi forma curiosa de beber (que implica regar mi ropa :D) es muy sencillo para explicarlo yo y entenderlo vosotros. Si yo una vez me he manchado, sonrío y no le doy importancia, pasará más bien desapercibido (a menos que la otra persona quiera pensar mal de mi, que si no es por eso ya se buscará otra excusa y ya no debería de preocuparme por impresionarla, porque es tóxica) o con suerte nos reímos todos y rompemos el hielo y generamos un ambiente fantástico. Si por el contrario lo que yo hago es machacar, mira que desastre, siempre me pasa lo mismo, qué torpe que soy, estoy haciendo dos cosas primera imprimir en la mente de esa personas cualidades negativas asociadas a mi e infundir pena, segunda cambiar el ánimo de la conversación y lo más importante, estoy perdiendo una oportunidad de sonreír. Vale, sí, son tres. Además de esa sonrisa tengo unas cuantas más, cuando llegue a casa puedo contárselo a mi marido, concepto anécdota graciosa, y podemos reírnos los dos de mi torpeza, que es algo más o menos normal y le puede pasar a cualquiera (aunque yo crea que me pasa más a mi que a nadie ;D). Y he descubierto que este tipo de tontadas al final generan sonrisas que desencadenan amor y felicidad, no por pena, si no por aprender a reírte de ti mismo y a valorar en su justa medida lo que pasa a diarío.
No estoy hablando de imperfección en cosas que requieren trabajo porque están francamente mal. Estoy hablando de los pequeños machaques diarios (que son los más, minan nuestra autoestima y suelen tener arreglo). Ejemplos: cuando llegas al lugar se te olvida lo que venías a buscar, se te ha colado una prenda roja en la colada del blanco, llegar tarde porque necesitas más tiempo para maquillarte para la cita con tu marido o que se caiga un vaso y se rompa o escribir trenta en lugar de treinta o Alá en lugar de Hala (siempre y cuando no seas copy o editor y cueste millones a tu empresa, pero entonces es una responsabilidad y estamos hablando de otra cosa, aunque tampoco hay que hacerse el harakiri, porque si nos machacamos por tontadas imagínate lo que podemos llegar a hacer frente a un error grave).
Y esto no significa que no me machaque, son muchos años y esto es como montar en bicicleta. Pero sí que le hago frente cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo y tengo fuerzas suficientes para enfrentar al dark (in)vader que vive dentro de mi. Al final, es una lástima pero son las inseguridades las que nos hacen comportarnos así. Ese no estar seguros de ser merecedores de que nos quieran y nos acepten. Y creer que en el jardín de al lado todo crece más verde o más bonito, cada uno tiene sus cosas que superar y que afrontar. Ese pensar que los demás son mejores y querer pensar por ellos, cuando nosotros probablemente seamos bastante más indulgentes con los demás o entendemos que son despistes (si no perteneces a este grupo (el que es indulgente) háztelo mirar porque estás haciendo infeliz a un montón de gente y probablemente este blog no te mole nada, así que te dejo irte). Finalmente cuando eres capaz de reírte de algo que te da vergüenza, ¿no significa que lo has superado o algo por el estilo? Ya con las edades que tenemos y las jugarretas de la vida, va siendo hora de que superemos los despistes que no responden más que a falta de atención por nuestra parte porque teníamos la cabeza a otras cosas, que probablemente sean más importantes, más interesante, o simplemente menos mecánicas. Y como dentro de todo yin existe un yan, dentro de todo despiste existe la potencialidad de una sonrisa. Y por tanto una manera más de ser feliz, que al final es lo que todos queremos ¿no?
Por cierto, siguiendo esta filosofía vamos a echarnos unas risas, ¿queréis compartir conmigo vuestros despistes? Estoy por apostar que a mi también me pasa, jajajajajaja.
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