lunes, julio 22, 2013

De hijos a padres

Una de las cosas más difíciles
a la que nos enfrentamos
es aceptar
que nuestros padres
son personas.
Es necesario
aprender a quererlos
tal y como son;
y no
como nosotros
creemos que deben ser,
o peor aún
como querríamos que fuesen.
/* Tal vez, deberíamos dejarles ser
como ellos lo decidan
recordando que es su vida
y no la nuestra
la que ellos deben de vivir.*/
Y sé que ser hijo
es un rol egoísta,
pero nunca está de más
ser generoso
con ellos
que nos han dado,
entre otros,
la vida.
Hay que conseguir
valorarles
por las cosas maravillosas
que nos brindan.
El amor incondicional,
los abrazos,
los consejos,
el apoyo,
el habernos ayudado a crecer
y convertirnos en las personitas
que vemos frente al espejo
todos los días.
Y quizá con buena voluntad,
y muchísima paciencia
también deberíamos
de dejar pasar
aquello en lo que se equivoca(ro)n.
Porque aunque una mala acción
cuente más que cinco buenas,
en el marcador
normalmente
irán ganando las buenas.
Porque son ellos los que se desvelan
pensando en nuestro futuro,
los que nos otorgan
// a veces con esfuerzos desmedidos
lo que ellos no tuvieron.
Las oportunidades,
una educación,
el primer vehículo motorizado,
las fiestas de cumpleaños,
el amor por la literatura,
su tiempo, su dinero
y cariño suficiente
para iluminar un estadio entero.

Así que no vale
quererles sólo
una vez al año
o recurrir a ellos
cuando te sientes necesitado.
Hay que abrazarles,
sonreirles,
y demostrarles
que les quieres.
Puede que con suerte
tal vez logremos
devolverles
un diez por ciento
de lo que ellos
nos han regalado.


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