Me gusta el 2.
Quizá porque es la dualidad,
dos estados
en un único recipiente.
El amor
que comienza
en una pareja
de seres
incompletos
y crece
y se multiplica.
Tal vez sea
porque ahí es donde empieza
el diálogo y termina el monólogo,
esa conversación
que no aporta contenido
ni marcos nuevos
al universo
y detiene el Big Bang.
¿Significa eso
que me gusta aprender?
¿Comprender?
¿Asimilar?
Y así crear un paisaje nuevo,
a partir de retales
ajenos.
O simplemente,
necesite compartir
lo que se origina
en mi mente,
y sea un acto de narcisismo.
Incluso
podríamos conjeturar
que para llenar el vacío
necesitas ocuparlo
con otro.
Y así,
no me siento cómoda
en la soledad
de una única sensación,
y busco a
mis musas,
a mi monstruo,
a ese mundo
extraño y brillante
con el que relacionarme.
Puede incluso,
que por eso naciese
un veintidós,
y sea géminis.
// Para terminar de rizar el rizo.
Tampoco estoy a gusto
cuando existen demasiados
seres compartiendo mi espacio.
// Mucha información.
Y entonces divido,
interpreto
e interactúo
en múltiplos
de ese número
que se adapta a mi.
Y soy yo,
y tu,
y mi nosotros
es de 2;
aunque entre todos
sumemos 80.
Y genero rutinas
en mis análisis
de quebrados
de 2 elementos
singulares.
Y ahora,
mi hogar
ya es más de 2;
y sin embargo
espero que crezca,
para alimentar
esta conversación
que aunque carente de coherencia
despierta los sentimientos
que mi alma
atesora.
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