Y me enfado
conmigo misma
por estar llorando otra vez.
Por dejar
que los demás
sean los que ganen
y me suman en este estado,
otra vez.
Y son las lágrimas
salitre acuoso
las que forman caminos
al desalojar mis ojos
y vivir en mis mejillas.
Futuribles
cargados de ansiedad
y tristeza
que espero
que queden atrás
cuando mi cuerpo
haya soltado
esta rabia
de la que otros
lo llenan.
Y a veces,
sólo a veces,
las lágrimas
parecen síntoma de derrota.
Sin embargo,
ya aprendí
que no son más que una forma
de soltar amarras
y coger fuerzas
para enfrentar
la lucha contra la tormenta
que se cierne
sobre mi cabeza.
Así que me encuentro
otra vez
des-ahogándome
sobre la arena.
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