Un tratado sobre la libertad y la autoestima
i
Vivía en folios de papelmilimetrado, triste,
con suelo amarillento
y paredes marrones.
Habitaba allí
cuando decidí olvidar
como fabricar
mi mundo con palabras.
Tomando la decisión
de negarme.
Intenté dibujarlo
de números,
mucho más reputados,
que nunca llegaban
a explicar
lo que quería decir;
ni lograban consolar
lo que callaban.
ii
Me mudé,a las hojas
de papel cuadriculado
intentando tener más espacio
para dejar entrar más...
para que al menos cupiese algo
que no fuese sólo yo.
Y sin embargo,
sus paredes azules
parecían cortarme
las alas que construí,
/*supongo que para huir
de esa cárcel de líneas de tinta,*/
queriendo ser perfecta
Mi imaginación, inquieta,
siguiendo modas impropias,
había llegado a la conclusión,
que si no números
se podía expresar
con imágenes,
realidad restaurada
con algún programa informático
de retoque fotográfico,
que aprendí a usar a medias.
iii
Con los años,la vida, los amigos,
las decepciones,
los fracasos,
las victorias...
he aprendido a aceptarme.
He vuelto
a asir y anclar,
mi mundo con palabras
que se deslizan
rebeldes y veloces
sobre papel de rayas.
Este nuevo espacio
que he conquistado
tiene la ardua tarea
de equilibrar la dicotomía
de darme libertad suficiente
y controlar que no me vaya
por las ramas;
mientras experimento
como despegar mis pies,
para después lograr
aterrizar sin hacer(nos) daño
sobre esas rayas
que consiguen,
no sin esfuerzo,
mantener el rumbo
de este barco a la deriva
que construye mi multiverso
de amor, y otras palabras,
de hermoso significado.
5 comentarios:
También muy bonito a todos los niveles.
Elena
“Amelia, por favor, todos los días pon comida y bebida a Bigo, riega las plantas y cambia el agua de los dos bouquet de cristal. ¡Hasta la vuelta!”
En uno, una rosa y en el otro, un cardo silvestre; éste está enamorado de la rosa pero ella le ignora. El lunes, Bigo le arrancó de un zarpazo dos hojas a la rosa; el martes, una corriente de aire se llevó otro par; la falta de agua – que Amelia olvidó reponer – le hizo languidecer y poco a poco se desprendieron todos sus pétalos; el domingo… ella llora. El cardo le dice con ternura:
– No llores, para mí sigues siendo igual de hermosa… me gustas con hojas y sin ellas. Apóyate en mi pecho, no temas a mis pinchos, éstos se apartarán y luego te arroparán. Yo todavía tengo agua, podrás beber de ella.
– He sido muy altiva... creo que no merezco tus atenciones.
– Yo te quiero como eres.
– ¡Tú, sí… que eres hermoso!
“¡Qué ganas tenía de llegar a casa!... Amelia se ha olvidado…este sitio no es adecuado para flores... aquí estará mejor la canastilla de Bigo. ¡Qué gracioso… el escaramujo y el cardo parecen estar abrazados!”
Elena
Me ha encantado, es muy muy bonito :P
Gracias... era para el concurso.
He mandado otro.
Besos
Elena
Gracias.
Tú eres bonita.
Elena
Publicar un comentario