Entre los barrotes de tu mente te encierras.
Dices que es la sociedad la que te obliga.
¿No te das cuenta?
Lo único que importa es lo que tu pienses de ti mismo.
En una celda te escondes.
Achacas a la edad, mi falta de prejuicios.
Serte fiel es más importante, cariño.
Los años no estan en la cara, ni en el alma,
se llevan en las connotaciones y en los delirios.
Miedo te da lo que piensen los demás.
Has olvidado que no es su vida la que vives.
No pienses más allá de tu felicidad.
Nunca intentes recordar aquello que te ha herido.
Levántate y lucha con una migaja de optimismo.
No renuncies a lo que crees o quieres.
Nunca desistas de tu humanidad, de ti mismo.
jueves, octubre 30, 2008
martes, octubre 28, 2008
Noviembre.
Noviembre es esto para mi. Lluvia. Granizo. Vacío de palabras. Sentimientos tristes en una habitación perdida. Soledad en un anden de metro esta mañana. Júbilo pasado entre olas de un verano mejor. Cielos grises a los que ya nadie mira. Nubes que lloran porque se olvidaron de la felicidad. Paraguas. Sombreros. Personas escondidas. Asfaltos en los que rebotan y mueren gotas de agua que no calan en la tierra. Un año inconcluso tan cerca del final. La tarea pendiente que no quieres empezar. Gente que viste de colores oscuros. Agobio en los rostros de los pasajeros del vagón de tu vida. No existe el verde, el dorado, ni el azul. Murieron en el otoño. Se olvidaron de vivir.
Para mi, esto es Noviembre. Un mes frío y desangelado que alguien olvidó que fue hermoso. A quien nadie le pintó la lengua color oro. El mirarte al espejo y no reconocer la felicidad que antes existía. Echarte de menos a través del teléfono; en esta cuidad tardía. El penúltimo mes de un año que recopila sentimientos no expresados, perdidos en montañas de acciones indefinidas. Lágrimas que no se convirtieron en lluvia. Sonrisas ausentes en mi cara. Años que se reflejan en la mirada. Llegar tarde, o no llegar nunca.
Noviembre ha empezado. De repente ha asolado mi vida. Mis defensas se encontraban escondidas, bajo un otoño generoso cuyos ocres ya no existen.
Para mi, esto es Noviembre. Un mes frío y desangelado que alguien olvidó que fue hermoso. A quien nadie le pintó la lengua color oro. El mirarte al espejo y no reconocer la felicidad que antes existía. Echarte de menos a través del teléfono; en esta cuidad tardía. El penúltimo mes de un año que recopila sentimientos no expresados, perdidos en montañas de acciones indefinidas. Lágrimas que no se convirtieron en lluvia. Sonrisas ausentes en mi cara. Años que se reflejan en la mirada. Llegar tarde, o no llegar nunca.
Noviembre ha empezado. De repente ha asolado mi vida. Mis defensas se encontraban escondidas, bajo un otoño generoso cuyos ocres ya no existen.
jueves, octubre 23, 2008
Medir el fracaso y el éxito.
De vez en cuando escuchamos aquello de "no me gustaría fracasar" con ese pequeño deje de miedo en la voz. Nos da pánico. Buscamos el éxito pero para la aceptación no para sentirnos realizados. (Ya sé que la aceptación es una forma de realización pero seguidme el juego dos minutos.)
Es gracioso que nos aterrorice fracasar pero no por las pérdidas que suponen para nosotros sino por lo que pensaran los demás. Incluso hay casos que esperas el éxito para darle en las narices a alguien o para que te mire y te quiera otra persona.
Una realidad; a los demás que les den. Es una soberana estupidez jugar así contigo por los demás. El que te quiera y te respete estará allí para levantarte cuándo te hayas caído y la vida te haya tratado mal. No echará más leña. Puede que te diga alguna verdad o te dé su opinión cuando estes preparado para oírla pero no te impondrá su modo de ver la vida. Piensa que es tu camino y que tu decides qué te hace feliz, por qué estas triste y cómo afrontar el nuevo día. También estarán ahí para celebrar tu éxito y, puede que en este caso también te diga alguna que otra verdad. Pero te querrán por quién eres y no por lo que has conseguido. Sólo quieren verte feliz.
Alguien me dijo una vez que siempre tienes alrededor a las personas que necesitas. Tal vez no estemos mirando en la dirección correcta, pero puedo asegurar que estan ahí.
Hace tiempo le confesé a un amigo que no quería reconocer ante él que había fracasado. Es curioso, porque ese mismo amigo se mostró muy generoso al saber que me había equivocado, me había dado de bruces contra la realidad y estaba intentando salir. De hecho durante todo el trayecto me dijo que soy una persona muy fuerte y muy valiente. Se lo comenté tiempo después y se rió.
He descubierto que fracasar no es malo. No es tan horrible caerse del caballo. Lo único que tiene que hacer uno es colocarse los pantalones, curar las heridas y volver a montar en él. Además aprendes muchísimo, sobre ti, sobre las personas que te rodean. Ves tus defectos y las limitaciones de los demás. También ves que un par de rasguños no te apartan de la meta sino que hacen que retornes con más ahínco. Percibes la generosidad, la nobleza, el apoyo y la entrega de los demás. Como dice mi madre: de aquello que siembres, cosecharás. La única manera de aprender y hacerse mejor es fracasar. Podemos aprender la lección de errores ajenos, pero no la interiorizaremos igual. Al final, incluso, puede que sigamos los pasos de esos errores o que juzguemos equivocadamente.
Realmente el éxito o fracaso de una vida, para mi, es cuánto has amado y si los que estaban a tu alrededor han sentido que los querías. No esta mal que de vez en cuando en el terreno profesional te salgan bien las cosas. Es frustrante que la salud no vaya bien. Aunque si tienes cubierta la primera base, el resto de terreno será más fácil de recorrer.
Es gracioso que nos aterrorice fracasar pero no por las pérdidas que suponen para nosotros sino por lo que pensaran los demás. Incluso hay casos que esperas el éxito para darle en las narices a alguien o para que te mire y te quiera otra persona.
Una realidad; a los demás que les den. Es una soberana estupidez jugar así contigo por los demás. El que te quiera y te respete estará allí para levantarte cuándo te hayas caído y la vida te haya tratado mal. No echará más leña. Puede que te diga alguna verdad o te dé su opinión cuando estes preparado para oírla pero no te impondrá su modo de ver la vida. Piensa que es tu camino y que tu decides qué te hace feliz, por qué estas triste y cómo afrontar el nuevo día. También estarán ahí para celebrar tu éxito y, puede que en este caso también te diga alguna que otra verdad. Pero te querrán por quién eres y no por lo que has conseguido. Sólo quieren verte feliz.
Alguien me dijo una vez que siempre tienes alrededor a las personas que necesitas. Tal vez no estemos mirando en la dirección correcta, pero puedo asegurar que estan ahí.
Hace tiempo le confesé a un amigo que no quería reconocer ante él que había fracasado. Es curioso, porque ese mismo amigo se mostró muy generoso al saber que me había equivocado, me había dado de bruces contra la realidad y estaba intentando salir. De hecho durante todo el trayecto me dijo que soy una persona muy fuerte y muy valiente. Se lo comenté tiempo después y se rió.
He descubierto que fracasar no es malo. No es tan horrible caerse del caballo. Lo único que tiene que hacer uno es colocarse los pantalones, curar las heridas y volver a montar en él. Además aprendes muchísimo, sobre ti, sobre las personas que te rodean. Ves tus defectos y las limitaciones de los demás. También ves que un par de rasguños no te apartan de la meta sino que hacen que retornes con más ahínco. Percibes la generosidad, la nobleza, el apoyo y la entrega de los demás. Como dice mi madre: de aquello que siembres, cosecharás. La única manera de aprender y hacerse mejor es fracasar. Podemos aprender la lección de errores ajenos, pero no la interiorizaremos igual. Al final, incluso, puede que sigamos los pasos de esos errores o que juzguemos equivocadamente.
Realmente el éxito o fracaso de una vida, para mi, es cuánto has amado y si los que estaban a tu alrededor han sentido que los querías. No esta mal que de vez en cuando en el terreno profesional te salgan bien las cosas. Es frustrante que la salud no vaya bien. Aunque si tienes cubierta la primera base, el resto de terreno será más fácil de recorrer.
miércoles, octubre 22, 2008
Reflexión
Renunciaré a mis cadenas. Llena de sentimientos, privada de pasado. Los instantes se desdibujan bajo palabras privadas de significado.
Aprenderé de mis errores. Sin hacer de ellos obstáculos. Los rebaso con pequeñas piruetas. Tengo las herramientas para hacer de mi capa un sayo.
Aprenderé de mis errores. Sin hacer de ellos obstáculos. Los rebaso con pequeñas piruetas. Tengo las herramientas para hacer de mi capa un sayo.
martes, octubre 21, 2008
Ataduras.
Cincuenta y tres minutos pasan. El tiempo se funde en mi teléfono. Conectada a este apendice que no llega a conseguir que te toque. Un abrazo se me escapa y no estas para recibirlo. Movimiento que se propaga; un sonido. Te oigo, al otro lado. Respiras. Esta hebra de ondas que nos ata a un lugar lejano, maldito, eterno y querido.
Cincuenta y tres minutos sin estar contigo. Sintiéndote cerca, viviendo lejos. Enlazada a ti por este juguete tecnológico. Dependencia en el averno. A veces lo miro. Lo odio. Me tiene enganchada; es droga. Contra la soledad el antídoto. Tierra no habitada más que por vibraciones de aire; por suspiros. Privación física, contacto psíquico. Despojos de ternura, cariño, apoyo. Unión incompleta.
Cincuenta y tres minutos escuchando ruido. Oigo una voz, susurrando en mi oido. El móvil te devuelve a mi. No podría vivir sin él. Es dimitir de ti. Duerme a mi lado. Me acompaña en largas esperas. Hace conmigo el camino.
Cincuenta y tres minutos sin estar contigo. Sintiéndote cerca, viviendo lejos. Enlazada a ti por este juguete tecnológico. Dependencia en el averno. A veces lo miro. Lo odio. Me tiene enganchada; es droga. Contra la soledad el antídoto. Tierra no habitada más que por vibraciones de aire; por suspiros. Privación física, contacto psíquico. Despojos de ternura, cariño, apoyo. Unión incompleta.
Cincuenta y tres minutos escuchando ruido. Oigo una voz, susurrando en mi oido. El móvil te devuelve a mi. No podría vivir sin él. Es dimitir de ti. Duerme a mi lado. Me acompaña en largas esperas. Hace conmigo el camino.
viernes, octubre 17, 2008
Pobreza
Niños con un cielo desgarrado,
roto de promesas;
creyendo en un plato carente
que nunca llega.
Infancia fámelica,
enjuta; casi seca,
que se reviste de alegría,
antes de estar muerta.
Padres desgastados,
consumidos de tristeza,
al ver terminar
una vida que no empieza.
roto de promesas;
creyendo en un plato carente
que nunca llega.
Infancia fámelica,
enjuta; casi seca,
que se reviste de alegría,
antes de estar muerta.
Padres desgastados,
consumidos de tristeza,
al ver terminar
una vida que no empieza.
Sociedad.
Una letra de color carmesí,
se desflora en el pecho,
de esta sociedad indigna;
que juzga sin saber
y culpa desde el frenesí,
perturbando la vida,
el genio y el júbilo.
Despojada como Eva,
con lujuria tatuada en los muslos
y los brazos vacíos de ternura;
el corazón se quiebra
al resbalar por su cuerpo,
cayendo entre los muros,
que dibujan estos pies en la arena.
se desflora en el pecho,
de esta sociedad indigna;
que juzga sin saber
y culpa desde el frenesí,
perturbando la vida,
el genio y el júbilo.
Despojada como Eva,
con lujuria tatuada en los muslos
y los brazos vacíos de ternura;
el corazón se quiebra
al resbalar por su cuerpo,
cayendo entre los muros,
que dibujan estos pies en la arena.
Orden e intuición.
Hoy me he dedicado a organizar. Hace mucho tiempo me dijeron que esto era un cajón de sastre y que debería de ordenar un poco. Yo soy un caos, ¿no esperaréis que algo personal (no profesional, que ahí soy de lo más organizada) hecho por mi sea organizado? Hasta mis conversaciones tiene lo que alguien llama cambios de ritmo que te descolocan y te obligan a estar pendiente todo el tiempo.
A lo que íbamos, empezar a ordenar supone, poner etiquetas. He dividido el blog en 2. Textos, que auna poesía y prosa. Reflexiones que son pensamientos personales, neuras varias, pensamientos sobre el mundo, opiniones, frases que suscitan algo. Son dos cosas que aunque no siempre van separadas puedo diferenciar.
Al final ha salido que soy una persona más reflexiva que escribiente. Es decir, tengo casi el doble de reflexiones. Yo lo veo como que necesito compartir con el mundo mi particular punto de vista ^^' También es cierto que el de reflexiones es un cajón en el que van muchas cosas. Por algo se empieza.
Pensaréis que es una barbaridad meter todo en textos. Soy ignorante en cuanto a literatura y estructuras se refieren. El otro día un nuevo amigo me comentó que se escribe por intuición y se corrige por concepto. Supongo que yo vivo, ahora, en la fase de la intuición. El concepto para mi es parte de la intuición. Me encanta aprender, pero en mi todo se interioriza y se expresa de manera natural y no planificada. Así que si escribo prosa, para mi no hay mucha diferencia con escribir poesía (me vilipendiaran por esto). Me siento más cómoda en la prosa. Aunque ya han dicho varios que es prosa poética... no sé. Me da igual. Son sentimientos que quiero expresar o cosas que quiero contar. Así que si hiciese una clasificación dividiría entre sentimiento o historia, no entre prosa y poesía. Porque para mi todo es bello.
A lo que íbamos, empezar a ordenar supone, poner etiquetas. He dividido el blog en 2. Textos, que auna poesía y prosa. Reflexiones que son pensamientos personales, neuras varias, pensamientos sobre el mundo, opiniones, frases que suscitan algo. Son dos cosas que aunque no siempre van separadas puedo diferenciar.
Al final ha salido que soy una persona más reflexiva que escribiente. Es decir, tengo casi el doble de reflexiones. Yo lo veo como que necesito compartir con el mundo mi particular punto de vista ^^' También es cierto que el de reflexiones es un cajón en el que van muchas cosas. Por algo se empieza.
Pensaréis que es una barbaridad meter todo en textos. Soy ignorante en cuanto a literatura y estructuras se refieren. El otro día un nuevo amigo me comentó que se escribe por intuición y se corrige por concepto. Supongo que yo vivo, ahora, en la fase de la intuición. El concepto para mi es parte de la intuición. Me encanta aprender, pero en mi todo se interioriza y se expresa de manera natural y no planificada. Así que si escribo prosa, para mi no hay mucha diferencia con escribir poesía (me vilipendiaran por esto). Me siento más cómoda en la prosa. Aunque ya han dicho varios que es prosa poética... no sé. Me da igual. Son sentimientos que quiero expresar o cosas que quiero contar. Así que si hiciese una clasificación dividiría entre sentimiento o historia, no entre prosa y poesía. Porque para mi todo es bello.
jueves, octubre 16, 2008
Hay frases que me matan
Ayer iba en el metro y a alguien se le ocurrió decir:
- Sal conmigo y me ayudas a escoger el color del cielo.-
Hasta aquí es una frase normal. Dentro de un contexto en el que pegaba, no era ninguna locura. Hablaban del cielo de una representación teatral. Soñemos. Imaginemos un nuevo contexto. Creemos un recuerdo ficticio que nos deje satisfechos. Un pequeño orgasmo de la mente.
Pongamos un día de lluvia en Alicante. En la chocolatería Valor de El Campello. Frente a una playa revuelta entre brumas y arena mojada. Vemos el mar por la ventana. Las gotas de lluvía peleándose contra el cristal para entrar. Una pareja de enamorados en una mesa, callados, casi tristes, sin poder salir.
De repente ella se gira. Le coge de la mano. Lo arrastra a la calle mientras le dice: - Sal conmigo y me ayudas a escoger el color del cielo.- Llueve sobre ellos. Ella le besa. Él sonríe.
En ese instante para de llover y sale el sol. Un cielo azul va dejando paso a un atardecer en tonos cálidos. Un mar que se presenta revoltoso y juguetón late al fondo de nuestro escenario. Un horizonte lejano, infinito. Un cielo en calma se une con un mar inquieto. Corren por la arena aún mojada y se besan.
Este tipo de frases sacadas de su contexto anodino, se vuelven palabras que nos transportan a fantasías. Consiguen que nuestro día sea un poquitito más rosa y nuestra vida más feliz. Quizás deberíamos hacer más locuras. De vez en cuando podríamos coger frases de estas y dejarnos llevar por el impulso de ser espontáneos.
Hoy os dejo con dos preguntas: ¿De qué color pondrías tú el cielo hoy? ¿Con quién compartirías ese cielo?
- Sal conmigo y me ayudas a escoger el color del cielo.-
Hasta aquí es una frase normal. Dentro de un contexto en el que pegaba, no era ninguna locura. Hablaban del cielo de una representación teatral. Soñemos. Imaginemos un nuevo contexto. Creemos un recuerdo ficticio que nos deje satisfechos. Un pequeño orgasmo de la mente.
Pongamos un día de lluvia en Alicante. En la chocolatería Valor de El Campello. Frente a una playa revuelta entre brumas y arena mojada. Vemos el mar por la ventana. Las gotas de lluvía peleándose contra el cristal para entrar. Una pareja de enamorados en una mesa, callados, casi tristes, sin poder salir.
De repente ella se gira. Le coge de la mano. Lo arrastra a la calle mientras le dice: - Sal conmigo y me ayudas a escoger el color del cielo.- Llueve sobre ellos. Ella le besa. Él sonríe.
En ese instante para de llover y sale el sol. Un cielo azul va dejando paso a un atardecer en tonos cálidos. Un mar que se presenta revoltoso y juguetón late al fondo de nuestro escenario. Un horizonte lejano, infinito. Un cielo en calma se une con un mar inquieto. Corren por la arena aún mojada y se besan.
Este tipo de frases sacadas de su contexto anodino, se vuelven palabras que nos transportan a fantasías. Consiguen que nuestro día sea un poquitito más rosa y nuestra vida más feliz. Quizás deberíamos hacer más locuras. De vez en cuando podríamos coger frases de estas y dejarnos llevar por el impulso de ser espontáneos.
Hoy os dejo con dos preguntas: ¿De qué color pondrías tú el cielo hoy? ¿Con quién compartirías ese cielo?
miércoles, octubre 15, 2008
Superficie I.
Un reloj y un móvil,
yacen en la mesilla
que persigue el sueño.
Una lamparita desvelada,
un libro insomne;
tal vez una botellita de agua
para las noches acompañadas.
Traspapeladas notas
de tinta desgarradas
con sentimientos perversos,
que atraviesan la piel sudada;
dispersas en una superficie,
fría, reluciente, metálica.
yacen en la mesilla
que persigue el sueño.
Una lamparita desvelada,
un libro insomne;
tal vez una botellita de agua
para las noches acompañadas.
Traspapeladas notas
de tinta desgarradas
con sentimientos perversos,
que atraviesan la piel sudada;
dispersas en una superficie,
fría, reluciente, metálica.
martes, octubre 14, 2008
Morriña.
Como seguramente dice alguna canción, anoche eche de menos tus caricias en mi cama. Mi almohada inerte anhelaba besos que no fueron concebidos. Y tu no estabas. No tenía tu voz para mecer mis pensamientos que te añoraban.
Hoy al levantarme, esta tu ausencia. Vacía de silencios. Ahogada en un sol resplandeciente en las paradas de metro de Madrid. La calle llena de ruidos que me aleja de ti. Llena de móviles que auguran noticias a aquellos que descuelgan. Amores telefónicos que engrandecen el alma. Telarañas de sonidos muy lejanos en el día.
Pero mi cama tenía morriña, anoche; de tus nuevas y viejas perversiones. Y yo tumbada en mi cama tenía ganas de ti.
Hoy mi correo. Vacío de noticias de ti. Derrama lágrimas de píxeles que se escapan a mi entendimiento. Ansias de mi cama que se traslada electrónicamente a ti. En este espacio que no es real pero es nuestro. Perdido geográficamente y hundido, cual atlántida, en sentimientos inconfesables que te expreso. Lleno de necesidades y de sensaciones incompletas. Carentes de significante sin ti.
Una mirada tuya dice más que mil palabras mías. Mi alma se acelera y mi pulso se detiene. Esperandote, por si vienes. Por si consigo verte y oirte sin que estes aquí. Espero tranquilamente alguna señal de que tu cuerpo esta acoplado al mío. Tus noches son mis días. Te echo de menos. Sólo nos unen estos electrones ruidosos que también nos separan. Se derraman lágrimas de sal por mis pensamientos. El susurro de tu respiración me calma y me derrite. Me convierto en mercurio, líquido, y vago por un espacio informático lleno de noticias.
Tus latidos inconstantes saben mantenerme al filo de este desfiladero que me ahorca. Ya sabía que la entrega absoluta a ti sería un caos en mi organismo. Aunque me prendí. Un estado anterior al esplendor eres ahora. Auge será esta vida junto a ti. En esta confusión que me hace más segura. En este estado de alerta que espera a que vuelvas. Para unirme a tu pecho en esta cama que tiene morriña de ti.
Hoy al levantarme, esta tu ausencia. Vacía de silencios. Ahogada en un sol resplandeciente en las paradas de metro de Madrid. La calle llena de ruidos que me aleja de ti. Llena de móviles que auguran noticias a aquellos que descuelgan. Amores telefónicos que engrandecen el alma. Telarañas de sonidos muy lejanos en el día.
Pero mi cama tenía morriña, anoche; de tus nuevas y viejas perversiones. Y yo tumbada en mi cama tenía ganas de ti.
Hoy mi correo. Vacío de noticias de ti. Derrama lágrimas de píxeles que se escapan a mi entendimiento. Ansias de mi cama que se traslada electrónicamente a ti. En este espacio que no es real pero es nuestro. Perdido geográficamente y hundido, cual atlántida, en sentimientos inconfesables que te expreso. Lleno de necesidades y de sensaciones incompletas. Carentes de significante sin ti.
Una mirada tuya dice más que mil palabras mías. Mi alma se acelera y mi pulso se detiene. Esperandote, por si vienes. Por si consigo verte y oirte sin que estes aquí. Espero tranquilamente alguna señal de que tu cuerpo esta acoplado al mío. Tus noches son mis días. Te echo de menos. Sólo nos unen estos electrones ruidosos que también nos separan. Se derraman lágrimas de sal por mis pensamientos. El susurro de tu respiración me calma y me derrite. Me convierto en mercurio, líquido, y vago por un espacio informático lleno de noticias.
Tus latidos inconstantes saben mantenerme al filo de este desfiladero que me ahorca. Ya sabía que la entrega absoluta a ti sería un caos en mi organismo. Aunque me prendí. Un estado anterior al esplendor eres ahora. Auge será esta vida junto a ti. En esta confusión que me hace más segura. En este estado de alerta que espera a que vuelvas. Para unirme a tu pecho en esta cama que tiene morriña de ti.
viernes, octubre 10, 2008
Viernes.
Estoy en la biblioteca. Es viernes por la tarde. La luz del sol se filtra por una ventana que hay sobre mi cabeza. Su reflejo se inyecta directamente en mi pupila, pasando inadvertido a través de cientos de hojas de los árboles que hay fuera. Es mi lugar favorito en este recinto. Una esquina, escondida del mundo. A solas conmigo misma. Esa agresividad de la luz en mis ojos se me antoja casi poética. Aparto la vista de mi ordenador y lo veo. Allí a lo lejos observo el sol. Me ciega, pero no puedo resistir la tentación de mirarlo directamente. Se esconde entre las copas llenas de ramas que no logran que pase desapercibido. Es hermoso y brillante. Parece mecido, tendido allí arriba para presentarse a mi. Hoy. En este lugar pacífico, silencioso, tranquilo, casi vacío. Lleno mis pulmones de aire a la vez que mis ojos vuelven a adaptarse a la penumbra de aquí dentro. Mi libro, quizá, no es tan interesante como pensé en un principio. Tal vez, me distrae el sol que se empeña en llamarme apuntando todos sus destellos a mi pupila. La vida de fuera me grita. El sol me tienta. Mi interior, ermitaño, quiere quedarse otro ratito en esta quietud. Disfrutar de este momento en el que soy solo suya.
Hospital
Allí. Sentado en aquella habitación de hospital. Sabía lo que le esperaba. No quería reconocerlo. Era demasiado duro y él tan joven. Pero no cabía duda. No iban a ser buenas noticias. Lo que el médico dijese rompería los sueños de todos. Él no quería que eso pasase y se refugiaba en la inconsciencia.
- ¿Tu qué crees que dirá? - le preguntó su madre. Ella tampoco estaba dispuesta a dejarlo marchar.
- ¿Y cómo quieres que lo sepa? - dijo desviando la mirada hacia Raquel. Ella siempre estaba allí. Callada. Con esa sonrisa que curaba todos los males que el pudiese padecer.
Al mirar su cara esta vez vió preocupación. Sus ojos se le antojaban cansados de llorar. Veía que estaba agotada. Él no le había visto soltar ni una sola lágrima. Ahora se daba cuenta de que ella también había sufrido.
Raquel había sido su bastón. La persona que había soportado todo aquel tiempo con optimismo. Ella había cuidado de él, no dejando que se rindiera. Siempre le decía que envejecerían juntos y cosas así. Aquello hacía que el se sintiese un poco más fuerte para atacar un nuevo tratamiento. Parecía, en este instante, que de pronto ella también lo hubiese comprendido. No habría vejez, ni nietos sentados sobre sus rodillas esperando que les contase cómo eran las cosas en sus tiempos. Sólo habría un pequeño bebe que no le conocería. Eso lo hizo más real. Ella lo hizo real. ¿Cómo había podido leer tan claramente lo que pensaba? Ambos tenían la certeza.
- Te quiero - salio de los labios de él en un susurro. Entonces apareció esa sonrisa. Aquella que él había esperado ver cuando se giró hacia ella. Esa que decía que todo se pasaría y parecería una horrible pesadilla. Se volvió hacia su madre y él también sonrió. Mintió y dijo - Todo saldrá bien, mama... Sabes tengo un secreto... te quiero.- En aquel instante hasta su madre sonrió.
- ¿Tu qué crees que dirá? - le preguntó su madre. Ella tampoco estaba dispuesta a dejarlo marchar.
- ¿Y cómo quieres que lo sepa? - dijo desviando la mirada hacia Raquel. Ella siempre estaba allí. Callada. Con esa sonrisa que curaba todos los males que el pudiese padecer.
Al mirar su cara esta vez vió preocupación. Sus ojos se le antojaban cansados de llorar. Veía que estaba agotada. Él no le había visto soltar ni una sola lágrima. Ahora se daba cuenta de que ella también había sufrido.
Raquel había sido su bastón. La persona que había soportado todo aquel tiempo con optimismo. Ella había cuidado de él, no dejando que se rindiera. Siempre le decía que envejecerían juntos y cosas así. Aquello hacía que el se sintiese un poco más fuerte para atacar un nuevo tratamiento. Parecía, en este instante, que de pronto ella también lo hubiese comprendido. No habría vejez, ni nietos sentados sobre sus rodillas esperando que les contase cómo eran las cosas en sus tiempos. Sólo habría un pequeño bebe que no le conocería. Eso lo hizo más real. Ella lo hizo real. ¿Cómo había podido leer tan claramente lo que pensaba? Ambos tenían la certeza.
- Te quiero - salio de los labios de él en un susurro. Entonces apareció esa sonrisa. Aquella que él había esperado ver cuando se giró hacia ella. Esa que decía que todo se pasaría y parecería una horrible pesadilla. Se volvió hacia su madre y él también sonrió. Mintió y dijo - Todo saldrá bien, mama... Sabes tengo un secreto... te quiero.- En aquel instante hasta su madre sonrió.
jueves, octubre 09, 2008
Inconsciencia del amor primero
Te miro a los ojos y descubro
que ya no me preocupa el futuro;
pasado y presente se vuelven oscuros,
para dejarme descansar en tu pecho
ese que se ha convertido en lecho
de aprendizaje, amor y despechos.
Cariño y dedicación, escapa de mis labios,
no escucho advertencias de quien se cree sabio;
mis manos recorren sin agravios,
cada uno de los músculos de tu cuerpo,
sediento de un amor que sólo es nuestro
que me vuelve sordo, mudo, tuerto.
Me distraigo entre tus brazos,
disfrutando este amor hecho de retazos,
que alguien, inconsciente, me ha legado.
que ya no me preocupa el futuro;
pasado y presente se vuelven oscuros,
para dejarme descansar en tu pecho
ese que se ha convertido en lecho
de aprendizaje, amor y despechos.
Cariño y dedicación, escapa de mis labios,
no escucho advertencias de quien se cree sabio;
mis manos recorren sin agravios,
cada uno de los músculos de tu cuerpo,
sediento de un amor que sólo es nuestro
que me vuelve sordo, mudo, tuerto.
Me distraigo entre tus brazos,
disfrutando este amor hecho de retazos,
que alguien, inconsciente, me ha legado.
Yo, ahora...
Reconozco que siempre me ha afectado el tiempo. Eso de que esté así nublado y casi a punto de llover, no ayuda nada a mi atareada vida. Estoy cansada, quien diría que subir las maletas cinco pisos me iba a estropear la espalda. Pues todo el mundo. Gracias a que Alvaro que es un cielo me ayudó y subió casi todo y lo más pesado. Aún nos queda por subir la tele, el hornito (que le robo a mi madre), el calentito y alguna cosilla más. Voy a intentar no traer mucha ropa pero yo no pondría la mano en el fuego por mi. Hace frío y eso es algo que detesto.
Ya sé lo más duro es el primer mes porque no estas acostumbrado a la presión (los cambios de presión también me afectan), a los cinco pisos, a no poder hablar con quien quiero siempre que quiero... Pero es que hacerse mayor es complejo. Mírame lloriqueando un poco. Además como me he venido con tiempo suficiente para arreglarlo todo, yo hubiese dicho que tendría tiempo libre, pero no. Me llamaron mientras subía para hacer un par de entrevistas para un trabajo rentable monetariamente pero que va a seguir sin darme currículum. Después me salió un trabajo que encaja más en lo que quiero, los fines de semana de un mes entero. Lo siento por Edu, yo también echo de menos los domingos por la mañana.
Ahora a buscar las ansiadas prácticas. Algunas en las que me den flexibilidad y pueda aprender cosas de Relaciones Publicas de verdad. Hay quien dice que quien me dé la oportunidad, se quedará conmigo para siempre. Estoy de acuerdo, pero cuánto cuesta que me den la oportunidad. No hago más que repetirme que las cosas vienen cuando tienen que venir, y mientras tanto uno tiene que alegrarse y aprender, porque para eso sirve la vida.
De momento, lo cierto es que no me puedo quejar. En general estoy bastante contenta con mi vida. Mi casita nueva es un amor, una ubicación envidiable, pequeñita pero acogedora, y me siento genial en ella. La estamos llenando de trastos y cosas, cuando haya que sacarlas será un caos :P
Si la vida es lo que uno hace de ella, yo diría mejor que la vida es como se siente uno con ella. Parece que la mia empieza a encajarme como un guante hecho a medida. Así que me toca salir a la calle con una sonrisa porque lo cierto es que no me puedo quejar.
Ya sé lo más duro es el primer mes porque no estas acostumbrado a la presión (los cambios de presión también me afectan), a los cinco pisos, a no poder hablar con quien quiero siempre que quiero... Pero es que hacerse mayor es complejo. Mírame lloriqueando un poco. Además como me he venido con tiempo suficiente para arreglarlo todo, yo hubiese dicho que tendría tiempo libre, pero no. Me llamaron mientras subía para hacer un par de entrevistas para un trabajo rentable monetariamente pero que va a seguir sin darme currículum. Después me salió un trabajo que encaja más en lo que quiero, los fines de semana de un mes entero. Lo siento por Edu, yo también echo de menos los domingos por la mañana.
Ahora a buscar las ansiadas prácticas. Algunas en las que me den flexibilidad y pueda aprender cosas de Relaciones Publicas de verdad. Hay quien dice que quien me dé la oportunidad, se quedará conmigo para siempre. Estoy de acuerdo, pero cuánto cuesta que me den la oportunidad. No hago más que repetirme que las cosas vienen cuando tienen que venir, y mientras tanto uno tiene que alegrarse y aprender, porque para eso sirve la vida.
De momento, lo cierto es que no me puedo quejar. En general estoy bastante contenta con mi vida. Mi casita nueva es un amor, una ubicación envidiable, pequeñita pero acogedora, y me siento genial en ella. La estamos llenando de trastos y cosas, cuando haya que sacarlas será un caos :P
Si la vida es lo que uno hace de ella, yo diría mejor que la vida es como se siente uno con ella. Parece que la mia empieza a encajarme como un guante hecho a medida. Así que me toca salir a la calle con una sonrisa porque lo cierto es que no me puedo quejar.
miércoles, octubre 08, 2008
Lluvia
Te encontré en medio de un día de lluvia. No logré averiguar a quien esperabas sentada, leyendo aquel libro que llamó poderosamente mi atención. En aquella entrada de un Corte inglés, donde yo también aguardaba. Aunque yo solo quería que parase de llover.
Hoy la lluvia me trae tu recuerdo. Húmedo. Una tarde en Madrid. Y aunque hace años que ya no te veo. Siento, de repente, el olor de tu perfume que regresa a mi.
Hoy la lluvia me trae tu recuerdo. Húmedo. Una tarde en Madrid. Y aunque hace años que ya no te veo. Siento, de repente, el olor de tu perfume que regresa a mi.
sábado, octubre 04, 2008
Un quinto
Lo siento, estoy sin internet hasta que decida la compañía con la que vamos a contratar en nuestra nueva casa. Ayer recibimos a 10 personas para la habitación que nos falta por completar del piso y todos querían vivir en nuestra casa, a pesar de ser un 5º sin ascensor.
Vivo en el 5º pino (lo digo por las escaleras)Lo más gracioso es que he estado pensando que las casas en las que vivo son 1D o 5. En Madrid mi número es el 5, el año pasado vivía y trabajaba en el 5ºD. Este año vivo en el 5º también. Es gracioso.
Vivo en el 5º pino (lo digo por las escaleras)Lo más gracioso es que he estado pensando que las casas en las que vivo son 1D o 5. En Madrid mi número es el 5, el año pasado vivía y trabajaba en el 5ºD. Este año vivo en el 5º también. Es gracioso.
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