Para los que no lo conozcáis, os presento a Ernest.Ernest es un osito que llegó a mi vida de una manera peculiar. Fue olvidado en el aeropuerto, o más bien, se perdió. Supongo que algún niño lamenta su ausencia. Pero lejos de dejarlo huérfano me lo traje a casa y le dí un hogar. Lo duché y le dejé dormir conmigo un par de noches hasta que se acomodó un poco a nosotros. Es que siendo inglés los españoles somos un poco extraños para él, como bien me lo ha hecho saber.
Ernest, que se llama así por La importancia de llamarse Ernest, es un osito encantador. Él me contó que era de Londres y que había pertenecido a un niño de tres añitos llamado Stephen. Habían venido a Alicante de vacaciones. Y que mientras dormía la siesta en el carrito de Stephen, no sabe muy bien cómo había acabado en mis manos. Me ha dicho que no le importa quedarse en mi casa, pero que echa de menos a Stephen.
A Ernest le gusta mucho el té. Así que de vez en cuando le acompaño a tomar un poco de té con pastas mientras me cuenta algunas de sus aventuras. Porque como bien dice Ernest, con un niño todos los días son una aventura. Además Ernest tiene una larga historia porque antes de pertenecer a Stephen vivió con Ángela, que fue quien afirmó la importancia de llamarse Ernest.
Os mantendré al día sobre las aventuras de Ernest. Ahora nos vamos a dormir y a soñar con Stephen y con las historias que nos quedan en el tintero.
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