Al hilo del post anterior, una cosa que lleva mucho tiempo dándome vueltas por la cabeza. Mi primera aproximación a los besos (los morreos y eso) fue gracias a un poema de Amado Nervo.
Yo ya me despedía.... y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.
Salí a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aún más te sonreí... Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso:
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»
A veces este poema asalta mi mente y se repite en ella millones de veces. Me parece sublime y sencillo.
1 comentario:
Me ha gustado...mucho
Mañana lo leo d nuevo
Un beso
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