A Penela es verde,
con su cielo gris, alguna vez azul.
La niebla amanece contigo.
Los ruidos que te despiertan
en este remanso unido al mundo
son los de la naturaleza.
Ahora está más poblado.
Pero el tráfico se resiste
a instalarse en sus calles.
Las casas de alrededor
que crecen en número y tamaño
ya no son de la familia.
Y contrasta con mi Alicante,
lugar de paso en el que pocos,
sólo los valientes, echan raíces.
El esmeralda que alimenta la morriña
no tiene nada que ver
con mis azules y dorados.
El olor también es diferente,
aquí húmedo de rocío
sobre la naturaleza exuberante.
Alicante, en cambio, huele a mar
a contaminación acústica,
a romero, almendras y olivos.
Y ésta es la tierra
donde mi madre entierra sus raíces,
lugar en el que conviven pasado y presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario