miércoles, marzo 13, 2013

Encuadres

Últimamente me he dado cuenta
de que tienes un hábito
que me parece muy divertido.
Antes de salir de casa
siempre guardas
una sonrisa en tu bosillo.
Se ha convertido
en una costumbre
como coger las llaves
o los pañuelos
antes de abandonar
este lugar seguro,
en el que las sonrisas
están desperdigadas por los cajones
o se esconden en la nevera.
La llevas allí guardada
por si la fueses a necesitar
una vez que sales de tu reino.
Por si las cosas se tuercen
y tuvieses que recurrir a ella.
Si te ves en apuros
y piensas que el día,
que amaneció hermoso
se va a transformar
en un desastre repentino,
metes la mano
y recuperas esa sonrisa.
y no hace falta más que una
para que todo vuelva a su sitio.
Y por supuesto,
te das cuenta
de que nada es tan horrible
como para no tener solución
y todo mejora y la vida sigue
llevándote por su camino.
Así que siempre te acuerdas
de guardarla en su sitio.

Pero de una cosa no te has dado cuenta
tus sonrisas son contagiosas,
así que si quien tiene el mal día
soy yo, quizá decida recurrir a tu bolsillo
para robarte la sonrisa.

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