En España.
Es un día triste
para las musas.
Ellas no entienden
de política,
ni de paro,
ni de sinvergüenzas,
ni de pagar la hipoteca.
Ellas están
reunidas y preocupadas,
porque la única manera
de hacer huelga
de un escritor
es no coger un bolígrafo
y trasladar al papel
// o el ordenador
las conversaciones
con sus musas.
Así.
Hoy.
Se sienten ignoradas
por aquel
a quien alimentan
de historias;
ese ser casi mitológico
que sostiene el bolígrafo
// o se sienta frente al ordenador
y transforma
lo que las musas
tienen a bien compartir con él.
Pero hoy decide romperles el corazón,
por creer en un mundo mejor.
Hoy no hice huelga.
No creo que dejar de producir solucione las cosas.
Respeto a los que luchan
y me gustaría ver en la carcel a los que se aprovechan.
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