Se secaron
los lacrimales
que debían expulsar
salitre acuoso.
Por no quedar
ni siquiera
encuentro
agua salada
con la que rellenar
el depósito.
Pero la pérdida
de la capacidad
de llanto,
no significa
que haya
desaparecido
la tristeza,
la angustia,
el desconsuelo.
No quiere decir
que sólo almacene
en mi alma,
en mis días,
sonrisas dulces.
Hay lamentos.
Hay suspiros
que se convertirían
gustosos en sollozos.
Si hubiese forma
de repoblar
el desierto de mis ojos.
Pero no hay lágrimas
con las que saciar
este ansia
de derramarme
a través
de ese llanto
que nunca llega.
Porque es Noviembre
y este mes soy capaz de sentirme culpable, triste o angustiada por cualquier tontería.