Me aseguras que existo. Y sin embargo yo, a veces, desearía no existir. Me agota la lucha constante. Ese tirar de mi hacia fuera. Hacia adelante.
Me escondo en la nevera. Sólo en verano. Buscando bebidas abres la puerta. Cuando me encuentras pongo excusas. Era para que el monstruo que guardo dentro no se sintiera solo. Y tu sonríes arrastrándome fuera una vez más.
Me guardo en la cómoda. Los días de lluvia entre noviembre y febrero. Mientras buscas calzoncillos topas conmigo. Y tu mano queda tendida hacia mi. Me preguntas como acabé allí. Te equivocaste al doblar la ropa interior y me guardaste; como se estaba calentito me quedé. Y tu sonríes lanzándome sobre la cama.
Me abrazas. En ese instante me vuelvo consciente de me existencia. Recupero las fuerzas. Poniendome el mundo por montera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario