escribo poesía
sobre un papel
de rayas
con tinta rosa
furcia.
Sí,
has leído bien,
furcia;
¿al final la poesía
no es la prostitución
de los sentimientos?
Meretriz de noches
insomnes y noctámbulas
en las que los personajes
se pierden
en sentimientos ajenos;
a veces, incluso
es la madame
que con acierto
pone a trabajar
los sentimientos
que robas
esos poemas
que siendo tuyos
han sido descubiertos
en las lágrimas
de otros ojos
entonces,
al final,
nadie,
[ni tu,
ni yo,]
sabe,
¿de quién son los sentimientos?
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