lunes, abril 25, 2011

Las manos de mi madre

Siempre huelen a humo y a cocina.
Han trabajado más de lo que deberían.
Se despiden tristes los domingos a mediodía.
No atan, sólo acarician.
Aman, como sólo una madre podría.

Felicidades mamá.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Abrazos que se esperan
aquellos que no llegan.
Siempre te acompañan
sin hacerte nunca compañía.

Como agua corriente
murmurante su sonido
hojas sueltas navegan sin freno
recuerdos en espejos transparentes.

Elena

Anónimo dijo...

Llegó en un momento inesperado,
imagino dolor y alegría
" A tí, fue a la que más besos te dí"
Sin embargo ¿por qué yo no los sentí?
¿Será que las madres aman mejor cuando somos pequeños,
y al pasar los años, lo perfecto
toma forma real e imperfecta?
¿O será que los hijos pequeños somos perfectos
y se conjuga con nosotros la naturaleza,
para con el devenir de los años,
nosotros también tornamos lo bello en imperfecto?.
Entonces el amor maternal-filial
¿deberá ser incondicional,
o es una leyenda que mantenemos contra viento y marea?.

Elena