viernes, septiembre 09, 2011

Boda

Me paré. Para darme cuenta de que, durante un instante aquel vestido veraniego, dejaba intuir tu cuerpo. La redondez de tus caderas. Mis manos se sabían de memoria cada rincón de tu cuerpo. Cada cosquilla, cada lamento. Y sin embargo, me sonrojé. Al pensar el tiempo que hacía que no me detenía a observarte a contraluz. Eres hermosa. Te giraste para encontrarme embobado.
- ¿Que haces?
- Mirarte.
- No tenemos tiempo para eso. Llegamos tarde.
Y salimos corriendo, para llegar con el tiempo justo para verla entrar en la sala. A nuestra preciosa hija. Vestida de novia.

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