En el mundo optimista de tus números aparezco yo con mis palabras desodenadas. Se dibujan hoyuelos en tu cara.
Entre estas sábanas que cubren mis muslos juegan tus manos rebeldes con mis nalgas. Despierta mi cuerpo para hacerse agua.
En el lugar que ocupa tu vida atareada irrumpe el caos que gobierna mi semana. Nos abraza la luna de madrugada.
Entre los silenciosos gritos de tu mirada se pierde inocente el arrullo de mis voz cansada. Mientras me juras que no hablas.
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