miércoles, diciembre 29, 2010

Tiovivo

La música taladraba mis oidos mientras miraba embobada tu cara. Aquella sonrisa, con la que volvías locos a los hombres a tus dulce quince años, seguía clavada allí. Y se dirigía hacia mi, mientras las arrugas dibujaban nuevas historias junto a tus ojos. Yo. Allí. Sentada contigo. Había decidido no pestañear, no perderme un instante de ti. Ya había sido relegada al ostracismo de tu ausencia durante demasiado tiempo. Y ahora me daba cuenta.

Te habías cambiado el maquillaje. El estilo de vestir se había refinado. Sin embargo aún conservabas los gestos y las mañas. Un grito con mi nombre tatuado a fuego en el me había hecho darme la vuelta. Habías salido corriendo hacia mi y habías saltado, casi nos caemos en el reencuentro. Me agarraste, impetuosa y me subiste al tiovivo. Sin darme un segundo a pensar en lo que hacíamos. Abandonando a tu corte y mi séquito. Aunque si he de ser sincera, habían desaparecido en el momento en el que tu voz atropelló mi tímpano. Pero, tú, eso, ya lo sabías. Por eso te gustaba no dejarme pensar.

Decidiste que permanecerías sujeta a mi mano y sentenciaste que un carruaje nos iria mejor. Yo todavía estupefacta, no había articulado palabra. Absorta en tu visión que se presentaba tan clara ante mi. En cambio tu no dejabas de hablar y sonreir. No me había dado cuenta de que lo que realmente echaba de menos era tu sonrisa. Mis labios de repente se apoderaron de mi y dijeron tímidos mientras me obligaban a bajar la mirada.

- I miss you-
- ¿Qué?, - respondiste mientras levantabas con tu mano mi barbilla - tendrás que hablar más alto si quieres que te oiga. -

Y tu pupila azul se clavó en mi alma, desnudándome silenciosamente. Desapareció el tiovivo, su infernal sonido, y sólo quedó la sensación de vértigo que produce el sentirte inmóvil mientras el mundo da vueltas a tu alrededor. Y por supuesto aquellos ojos que lentamente habían decidido acariciar los rincones de mi alma que ya no era adolescente. Así que como no tenía una respuesta a aquella mirada, te besé. Al abrir los ojos, allí estaba, tu sonrisa.

- Yo también te he echado de menos.- Y me besaste apasionadamente. En aquel tiovivo.

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