Estoy detenida en el compartimento de salida
de este juego de tablero
en el que se ha convertido mi vida.
Atascada en la escalera que me devuelve
una y otra vez a la misma casilla
y me encarcela haciéndome perder turno.
Esperando angustiada que explote la dinamita
cuando al destapar la siguiente,
mi carta sea un tres de picas.
Inmóvil en cada movimiento, con el ladrón
robándome la posibilidad de construir mi maravilla.
y el asesino asestándome la puñalada definitiva.
Carente de la locomotora que me permita
consolidar el camino que lleva a mi destino
desde este errante punto de partida.
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