Contra mi voluntad he acabado metida en temas sobre Bolonia. La parte que me compensa es que estoy aprendiendo un montón. -Mi compromiso político o mi necesidad de cambiar el mundo es muy limitada, creo que la única forma de cambiarlo es la educación y a ciertas edades sólo podemos formar.- Y aunque no voy a entrar a juzgar la reforma educativa porque a mi juicio mi opinión aún no esta suficientemente formada. Podría repetir lo que oigo de uno y otro lado y, la verdad es que ambos dan argumentos sólidos que en muchos casos podrían ser complementarios, a veces pecan de idealistas y otras de prácticos. De todas formas esperaré a leerme el plan Bolonia y algunos documentos que tengo para tener una opinión que pueda compartir pero empiezo a ver por dónde van los tiros.
Encontré una investigación muy instructiva sobre el debate de las competencias. No es Bolonia en si, si no más bien que esperan estudiantes, empresa e instituciones de la formación superior (al menos la parte que llevo leída). ¿En qué se debe de formar un universitario? Es difícil decirlo y dependiendo de la perspectiva cambia mucho la manera de abordarlo y las competencias finales. Empiezo a ver que ahora el problema mayor es de qué esqueleto dotamos a las carreras para que satisfagan a todos. Y como dice el refrán nunca llueve a gusto de todos y, como pienso yo, siempre habrá intereses* que hagan que el corpus de una titulación no sea lo que debería ser.
Es gracioso descubrir cómo el problema al que llevan enfrentándose tantos años las empresas, la obsolescencia, el riesgo, la inmediatez… es decir, EL CAMBIO ha llegado por fin a la universidad. Esos valores estructurales de nuestra sociedad que se venían intuyendo, a los que hemos hecho un hueco en nuestras atareadas vidas porque las facilitan ahora reclaman un campo que no estamos seguros de querer compartir. Y ahora una institución anclada en valores divergentes se enfrenta al cambio y no sabe por dónde tirar. Cada vez tengo más claro que el sector de la música y la prensa están en crisis porque se han querido aferrar a modelos de negocio obsoletos; a la universidad le esta pasando algo parecido.
Aunque no creo que deba ser un negocio la universidad, no se ha adaptado al entorno, a los tiempos y a las nuevas generaciones. Y aquí a mi me surge una pregunta. Antes la información y el conocimiento estaba en manos de los ancianos de la tribu, después paso a manos de los adultos de mediana edad, y las nuevas tecnologías le han dado el acceso a las mentes jóvenes, que si lo saben aprovechar pueden sacar un alto rendimiento. ¿En este fluir continuo no se alcanzará en la veintena el culmen de una vida? Quieren hacernos creer que es la juventud es lo mejor, pero que quieren que les diga, desde mi veintena, no volvería ni loca a edades en las que no sabía lo que hoy sé, y el conocimiento, señores, se gana con la edad; aunque las competencias laborales se adquieran joven.
Encontré una investigación muy instructiva sobre el debate de las competencias. No es Bolonia en si, si no más bien que esperan estudiantes, empresa e instituciones de la formación superior (al menos la parte que llevo leída). ¿En qué se debe de formar un universitario? Es difícil decirlo y dependiendo de la perspectiva cambia mucho la manera de abordarlo y las competencias finales. Empiezo a ver que ahora el problema mayor es de qué esqueleto dotamos a las carreras para que satisfagan a todos. Y como dice el refrán nunca llueve a gusto de todos y, como pienso yo, siempre habrá intereses* que hagan que el corpus de una titulación no sea lo que debería ser.
Es gracioso descubrir cómo el problema al que llevan enfrentándose tantos años las empresas, la obsolescencia, el riesgo, la inmediatez… es decir, EL CAMBIO ha llegado por fin a la universidad. Esos valores estructurales de nuestra sociedad que se venían intuyendo, a los que hemos hecho un hueco en nuestras atareadas vidas porque las facilitan ahora reclaman un campo que no estamos seguros de querer compartir. Y ahora una institución anclada en valores divergentes se enfrenta al cambio y no sabe por dónde tirar. Cada vez tengo más claro que el sector de la música y la prensa están en crisis porque se han querido aferrar a modelos de negocio obsoletos; a la universidad le esta pasando algo parecido.
Aunque no creo que deba ser un negocio la universidad, no se ha adaptado al entorno, a los tiempos y a las nuevas generaciones. Y aquí a mi me surge una pregunta. Antes la información y el conocimiento estaba en manos de los ancianos de la tribu, después paso a manos de los adultos de mediana edad, y las nuevas tecnologías le han dado el acceso a las mentes jóvenes, que si lo saben aprovechar pueden sacar un alto rendimiento. ¿En este fluir continuo no se alcanzará en la veintena el culmen de una vida? Quieren hacernos creer que es la juventud es lo mejor, pero que quieren que les diga, desde mi veintena, no volvería ni loca a edades en las que no sabía lo que hoy sé, y el conocimiento, señores, se gana con la edad; aunque las competencias laborales se adquieran joven.
PD: El sexo y formarse requieren y consumen mucho, mucho tiempo.
Volveré sobre el tema, porque cuando algo me apasiona vuelvo sobre ello, además esta incompleto, pero si vuelco hoy todo lo que considero sobre este tema podemos acabar exhaustos.
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