Me estoy leyendo un libro que me parece sumamente interesante. Se llama Gramática de la Fantasía de gianni Radari. Sobretodo sirve para aquellos que tienen la suerte de poder pasar tiempo con niños, aunque la fantasía no es sólo cosa de niños.
Vendrían a ser desvaríos o técnicas, apoyados en psicología y pedagogía, para crear historias.
El caso es que una de las técnicas es coger dos palabras que en principio no tienen nada que ver y crear una historia a partir de ellas. Hay más técnicas, pero esta mañana en el metro la historia que acompaña a esta me ha hecho sonreir.
Las palabras son luz y zapatos. Cuenta que a un niño en unas conferencias se le ocurrió esta historia:
Había una vez un chaval que se ponía siempre los zapatos de su papá: Una noche como estaba harto de que le usase los zapatos, el padre los deja conectados con la luz; a medianoche el niño cae, y entonces el padre dice: - ¿Quién anda ahí?¿Un ladrón?
Va a ver y el chaval estaba en el suelo. Había quedado encendido. Entonces el padre intentó girarle la cabeza pero no se apagó; intentó tirarle de las orejas pero no se apagaba; intentó achatarle la nariz pero no se apagaba; intentó tirarle del pelo pero no se apagaba; intentó apretarle el ombligo pero no se apagaba; intentó quitarle los zapatos y al fin pudo lograrlo: se apagó.
Me ha parecido curioso. Después el autor hace un pequeño psicoanálisis. Pero me ha hecho gracia y me ha resultado sorprendente la imaginación de los niños.
Yo recuerdo que siempre inventaba historias o juegos para mis amigos y para los niños más pequeños. También cantaba interminables canciones a las que la letra se la ponía yo. A veces lo echo de menos, tener tanta imaginación y que no se bloqueara nunca.
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