miércoles, mayo 14, 2008

Dificil.

El que me conoce un poco sabe que detesto las sorpresas. A pesar de esto la gente intenta regalarme cosas, sin decirme que son. Esto hace que odie los regalos. Adoro las mañanitas, me encanta que se acuerden de que es mi cumpleaños... pero no soporto las sorpresas.
Soy muy difícil de regalar, y a veces acabo finjiendo que me gusta mucho por no decepcionar a nadie. Es muy triste. No me gusta hacerlo, pero tampoco quiero decir, "¿Para qué quiero yo esto?" En el fondo creo que no engaño a nadie.
Siempre digo lo que quiero a las personas que quiero que me regalen. Cuando no quiero nada por mi cumpleaños, cosa que no pasa muy a menudo, también lo digo. Me suelen ignorar y decirme que me van a comprar tal cosa, porque ha salido en una conversación estúpida. Bueno, que hagan lo que quieran. A Jere intenté enseñarle que me hace más feliz que me lleve a comprarlo, pero creo que no se dió por enterado. Hace unos años prohibí terminantemente que me comprase el ordenador desde el cual escribo ahora mismo. Al final se alió con toda mi familia, que es poca, y lo compró.
Así que todo el mundo cree conocerme y se pasa por el forro de las pelotas lo que digo. Soy una desagradecida, pero el año que viene vuelvo a la fórmula de que me paguéis la fiesta para que no me compréis el regalo.

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