Pues va a ser que no. De todas formas estoy muy contenta. GRACIAS A TODOS. No he llegado a los 4000 votos de algunos, pero me he quedado con 125, que no está nada mal :) Si a esto le añadimos que el mio ha sido el tercer blog más comentado, empatando con otro, 9. De todas formas retomaré mi blog de cine en breve. 4 post al mes :P
Según los resultados se han votado o bien aquellos que tenían que ver con la juventud o las ideas más originales. Hay cosas de lo más curiosas. Aquí tenéis el resultado por si queréis mirarlo:
http://canarias7.es/articulo.cfm?id=98143
El mio no se acercaba mucho a estos criterios pero tengo un montón de gente que me apoya y a todos quiero daros las gracias, porque sois lo mejor que tengo.
Patunetes :P
viernes, mayo 30, 2008
jueves, mayo 29, 2008
La fantástica.
Me estoy leyendo un libro que me parece sumamente interesante. Se llama Gramática de la Fantasía de gianni Radari. Sobretodo sirve para aquellos que tienen la suerte de poder pasar tiempo con niños, aunque la fantasía no es sólo cosa de niños.
Vendrían a ser desvaríos o técnicas, apoyados en psicología y pedagogía, para crear historias.
El caso es que una de las técnicas es coger dos palabras que en principio no tienen nada que ver y crear una historia a partir de ellas. Hay más técnicas, pero esta mañana en el metro la historia que acompaña a esta me ha hecho sonreir.
Las palabras son luz y zapatos. Cuenta que a un niño en unas conferencias se le ocurrió esta historia:
Había una vez un chaval que se ponía siempre los zapatos de su papá: Una noche como estaba harto de que le usase los zapatos, el padre los deja conectados con la luz; a medianoche el niño cae, y entonces el padre dice: - ¿Quién anda ahí?¿Un ladrón?
Va a ver y el chaval estaba en el suelo. Había quedado encendido. Entonces el padre intentó girarle la cabeza pero no se apagó; intentó tirarle de las orejas pero no se apagaba; intentó achatarle la nariz pero no se apagaba; intentó tirarle del pelo pero no se apagaba; intentó apretarle el ombligo pero no se apagaba; intentó quitarle los zapatos y al fin pudo lograrlo: se apagó.
Me ha parecido curioso. Después el autor hace un pequeño psicoanálisis. Pero me ha hecho gracia y me ha resultado sorprendente la imaginación de los niños.
Yo recuerdo que siempre inventaba historias o juegos para mis amigos y para los niños más pequeños. También cantaba interminables canciones a las que la letra se la ponía yo. A veces lo echo de menos, tener tanta imaginación y que no se bloqueara nunca.
Vendrían a ser desvaríos o técnicas, apoyados en psicología y pedagogía, para crear historias.
El caso es que una de las técnicas es coger dos palabras que en principio no tienen nada que ver y crear una historia a partir de ellas. Hay más técnicas, pero esta mañana en el metro la historia que acompaña a esta me ha hecho sonreir.
Las palabras son luz y zapatos. Cuenta que a un niño en unas conferencias se le ocurrió esta historia:
Había una vez un chaval que se ponía siempre los zapatos de su papá: Una noche como estaba harto de que le usase los zapatos, el padre los deja conectados con la luz; a medianoche el niño cae, y entonces el padre dice: - ¿Quién anda ahí?¿Un ladrón?
Va a ver y el chaval estaba en el suelo. Había quedado encendido. Entonces el padre intentó girarle la cabeza pero no se apagó; intentó tirarle de las orejas pero no se apagaba; intentó achatarle la nariz pero no se apagaba; intentó tirarle del pelo pero no se apagaba; intentó apretarle el ombligo pero no se apagaba; intentó quitarle los zapatos y al fin pudo lograrlo: se apagó.
Me ha parecido curioso. Después el autor hace un pequeño psicoanálisis. Pero me ha hecho gracia y me ha resultado sorprendente la imaginación de los niños.
Yo recuerdo que siempre inventaba historias o juegos para mis amigos y para los niños más pequeños. También cantaba interminables canciones a las que la letra se la ponía yo. A veces lo echo de menos, tener tanta imaginación y que no se bloqueara nunca.
lunes, mayo 26, 2008
Dolor.
A veces uno se muere por dentro.
Las lágrimas inundan su pecho.
La tristeza se desliza por sus ojos.
En ocasiones el amor duele
tanto
que se convierte en odio, en rabia, en miedo.
En la vida, hay cosas que vives dos veces,
y duelen igual o más cuándo se repiten.
No importa el ángulo desde el que se mire.
Hiere.
Ahora siento esa opresión, ese mar salado que no se detiene.
En este instante es la tormenta a la que sucederá la calma.
Mis dientes rechinan, me siento impotente,
vacía y llena al mismo tiempo,
sola estoy mientras se marchita lo nuestro.
Las lágrimas inundan su pecho.
La tristeza se desliza por sus ojos.
En ocasiones el amor duele
tanto
que se convierte en odio, en rabia, en miedo.
En la vida, hay cosas que vives dos veces,
y duelen igual o más cuándo se repiten.
No importa el ángulo desde el que se mire.
Hiere.
Ahora siento esa opresión, ese mar salado que no se detiene.
En este instante es la tormenta a la que sucederá la calma.
Mis dientes rechinan, me siento impotente,
vacía y llena al mismo tiempo,
sola estoy mientras se marchita lo nuestro.
lunes, mayo 19, 2008
Erré el cuento.
Lo primero en lo que me fijé fueron sus zapatillas. Parecía que las hubiese sacado de algún cuento. Ahora que lo pienso toda ella parecía haber salido de una versión alternativa de El mago de Oz. Sus zapatillas brillantes y esa inocencia que desprendía. Todavía no sé que me hizo reparar en ella al principio. Realmente lo único que llamaba la atención era su calzado, brillante, como esperando a chocarse entre ellas y que sonase en el viento: - En ningún lugar como en casa.- No eran rojas, más bien de un verde esmeralda. Pero la inocencia que la acompañaba hacía pensar en Dorothy. Desde ese momento para mi fue ese su nombre.
Unos minutos después subía al escenario. Se plantaba delante de todo aquel público sediento de entretenimiento. De repente una voz casi infantil, tímida, probó el micrófono. Diez segundos después el aire se llenaba de un sonido fuerte y toda ella había cambiado. Ya no era la joven que pocos minutos antes chocaba sus zapatillas para volver al hogar. La inocencia y el miedo habían desaparecido. Ahora era una mujer que embelesaba llenando el ambiente con la armonía de aquella voz blanca, casi pueril. Era como si Audrey se hubiese transformado en Katherine pero manteniendo la elegancia Hepburn. Era Ava en color. Mi Dorothy.
No podía apartar mis ojos de ella. Incluso entre la multitud, después del concierto, tras los aplausos, al pasar de los fans. Ella se dio cuenta y de vez en cuando su mirada se chocaba con la mía. Ni siquiera en esos momentos, yo que soy tan tímido conseguí desviar la mirada. Era como un imán para mi. Al final, cuando ya el bar se quedaba vacío y mi copa era más agua que gintónic, se acercó a mi.
- Hola, soy…
- No lo digas, eres Dorothy.- Corté yo antes de que me hiciese despertar de mi sueño.
- ¿Perdón?- Pasaron unos segundos de incredulidad.- Creo que me has confundido con alguien. ¿Por eso llevas toda la noche mirándome? - Dijo ella con un ligero toque de ironía en su voz angelical.
- No, eres tú. Sé que no te conocía. Pero eres Dorothy, si quieres te acompaño a tu casa. – Sonrió entre el miedo y la incredulidad.
- Creo que has bebido demasiado. ¿Y si mis amigos y yo te acompañamos a casa?
- Probablemente este ebrio. Pero es culpa tuya, te has alzado entre la multitud como una visión. No te conozco pero sé que no puedo apartarme de ti. Iría donde me dijeses esta noche. Iría a Oz contigo Dorothy.
- Que no me llamo Dorothy.
- No lo digas. Romperás el hechizo, el momento desaparecerá y volveremos a ser dos desconocidos en un bar.
- Entonces si yo soy Dorothy… ya sé tu eres… el Espantapájaros…
- Nunca lo pensé. Tal vez sea el hombre de hojalata que no tiene corazón, pues al encontrarte ha dado un vuelco y salió corriendo de mi pecho.
- Que bonito, a que lo adivino, eres escritor y estás intentando quedarte conmigo.
En este momento apareció uno de mis amigos al rescate. Intentando que disculparse por algo que no estaba mal.
- Ni siquiera la he tocado. Es Dorothy y hoy se irá a la cama pensando en mi.
- Lo siento es la primera vez que lo veo así. – Dijo Fernando, mi amigo, el caballero de brillante armadura.
- Te presento a Fernando, un príncipe azul que viene a salvar a la princesa. Pero, Fernando, te has equivocado de cuento, no has visto las zapatillas.
- Así que a eso viene todo. – Dijo ella empezando a reírse a carcajadas. - ¿Te gustan mis zapatillas?
- Tranquila que me lo llevo a casa. Por cierto muy chulo el concierto. Viéndote ahora así de chiquitita nunca hubiese imaginado que cantases así.
- ¿Os ha gustado? – tanto Fernando como yo, asentimos con la cabeza. – Tocamos el viernes que viene en El Barril, si quereis pasaros.
- Iré si me prometes llevar esas zapatillas Dorothy.
- Por supuesto.
Así es como nos convertimos en sus grupis. Íbamos a todos los conciertos. Procuré no beber tanto la siguiente vez, para poder mantener una conversación con ella. Pero nunca dejé de llamarla Dorothy. Aunque no se enamoró de mi. Acabó casándose con Fernando. A veces, sus hijos me preguntan por qué la llamo Dorothy y yo, se lo cuento. Aunque supongo que erré el cuento.
Unos minutos después subía al escenario. Se plantaba delante de todo aquel público sediento de entretenimiento. De repente una voz casi infantil, tímida, probó el micrófono. Diez segundos después el aire se llenaba de un sonido fuerte y toda ella había cambiado. Ya no era la joven que pocos minutos antes chocaba sus zapatillas para volver al hogar. La inocencia y el miedo habían desaparecido. Ahora era una mujer que embelesaba llenando el ambiente con la armonía de aquella voz blanca, casi pueril. Era como si Audrey se hubiese transformado en Katherine pero manteniendo la elegancia Hepburn. Era Ava en color. Mi Dorothy.
No podía apartar mis ojos de ella. Incluso entre la multitud, después del concierto, tras los aplausos, al pasar de los fans. Ella se dio cuenta y de vez en cuando su mirada se chocaba con la mía. Ni siquiera en esos momentos, yo que soy tan tímido conseguí desviar la mirada. Era como un imán para mi. Al final, cuando ya el bar se quedaba vacío y mi copa era más agua que gintónic, se acercó a mi.
- Hola, soy…
- No lo digas, eres Dorothy.- Corté yo antes de que me hiciese despertar de mi sueño.
- ¿Perdón?- Pasaron unos segundos de incredulidad.- Creo que me has confundido con alguien. ¿Por eso llevas toda la noche mirándome? - Dijo ella con un ligero toque de ironía en su voz angelical.
- No, eres tú. Sé que no te conocía. Pero eres Dorothy, si quieres te acompaño a tu casa. – Sonrió entre el miedo y la incredulidad.
- Creo que has bebido demasiado. ¿Y si mis amigos y yo te acompañamos a casa?
- Probablemente este ebrio. Pero es culpa tuya, te has alzado entre la multitud como una visión. No te conozco pero sé que no puedo apartarme de ti. Iría donde me dijeses esta noche. Iría a Oz contigo Dorothy.
- Que no me llamo Dorothy.
- No lo digas. Romperás el hechizo, el momento desaparecerá y volveremos a ser dos desconocidos en un bar.
- Entonces si yo soy Dorothy… ya sé tu eres… el Espantapájaros…
- Nunca lo pensé. Tal vez sea el hombre de hojalata que no tiene corazón, pues al encontrarte ha dado un vuelco y salió corriendo de mi pecho.
- Que bonito, a que lo adivino, eres escritor y estás intentando quedarte conmigo.
En este momento apareció uno de mis amigos al rescate. Intentando que disculparse por algo que no estaba mal.
- Ni siquiera la he tocado. Es Dorothy y hoy se irá a la cama pensando en mi.
- Lo siento es la primera vez que lo veo así. – Dijo Fernando, mi amigo, el caballero de brillante armadura.
- Te presento a Fernando, un príncipe azul que viene a salvar a la princesa. Pero, Fernando, te has equivocado de cuento, no has visto las zapatillas.
- Así que a eso viene todo. – Dijo ella empezando a reírse a carcajadas. - ¿Te gustan mis zapatillas?
- Tranquila que me lo llevo a casa. Por cierto muy chulo el concierto. Viéndote ahora así de chiquitita nunca hubiese imaginado que cantases así.
- ¿Os ha gustado? – tanto Fernando como yo, asentimos con la cabeza. – Tocamos el viernes que viene en El Barril, si quereis pasaros.
- Iré si me prometes llevar esas zapatillas Dorothy.
- Por supuesto.
Así es como nos convertimos en sus grupis. Íbamos a todos los conciertos. Procuré no beber tanto la siguiente vez, para poder mantener una conversación con ella. Pero nunca dejé de llamarla Dorothy. Aunque no se enamoró de mi. Acabó casándose con Fernando. A veces, sus hijos me preguntan por qué la llamo Dorothy y yo, se lo cuento. Aunque supongo que erré el cuento.
Bloggear
A ver,
me he inscrito en un concurso de blogs. Durante esta semana, del 19 al 25 de mayo, y mediante votación popular se escoge a los ganadores. Así que si tenéis 5 minutillos podéis hacer que el blog que yo he propuesto sea el elegido :P Y me dáis trabajo (del de currar, creo que 0 cobrar, pero al menos es un periódico, como el Información). Es una propuesta parecida al blog de cine.
Os dejo la dirección.
http://www.canarias7.es/blogs/concursodeblogs_propuesta.cfm?id=196
Si además quereis hacer una cadena con vuestros amigos, sería genial. Es mío de verdad verdadera. Esta es mi primera acción publicitaria, seguirán otras :)
Patunetes :P
Asias.
me he inscrito en un concurso de blogs. Durante esta semana, del 19 al 25 de mayo, y mediante votación popular se escoge a los ganadores. Así que si tenéis 5 minutillos podéis hacer que el blog que yo he propuesto sea el elegido :P Y me dáis trabajo (del de currar, creo que 0 cobrar, pero al menos es un periódico, como el Información). Es una propuesta parecida al blog de cine.
Os dejo la dirección.
http://www.canarias7.es/blogs
Si además quereis hacer una cadena con vuestros amigos, sería genial. Es mío de verdad verdadera. Esta es mi primera acción publicitaria, seguirán otras :)
Patunetes :P
Asias.
miércoles, mayo 14, 2008
Dificil.
El que me conoce un poco sabe que detesto las sorpresas. A pesar de esto la gente intenta regalarme cosas, sin decirme que son. Esto hace que odie los regalos. Adoro las mañanitas, me encanta que se acuerden de que es mi cumpleaños... pero no soporto las sorpresas.
Soy muy difícil de regalar, y a veces acabo finjiendo que me gusta mucho por no decepcionar a nadie. Es muy triste. No me gusta hacerlo, pero tampoco quiero decir, "¿Para qué quiero yo esto?" En el fondo creo que no engaño a nadie.
Siempre digo lo que quiero a las personas que quiero que me regalen. Cuando no quiero nada por mi cumpleaños, cosa que no pasa muy a menudo, también lo digo. Me suelen ignorar y decirme que me van a comprar tal cosa, porque ha salido en una conversación estúpida. Bueno, que hagan lo que quieran. A Jere intenté enseñarle que me hace más feliz que me lleve a comprarlo, pero creo que no se dió por enterado. Hace unos años prohibí terminantemente que me comprase el ordenador desde el cual escribo ahora mismo. Al final se alió con toda mi familia, que es poca, y lo compró.
Así que todo el mundo cree conocerme y se pasa por el forro de las pelotas lo que digo. Soy una desagradecida, pero el año que viene vuelvo a la fórmula de que me paguéis la fiesta para que no me compréis el regalo.
Soy muy difícil de regalar, y a veces acabo finjiendo que me gusta mucho por no decepcionar a nadie. Es muy triste. No me gusta hacerlo, pero tampoco quiero decir, "¿Para qué quiero yo esto?" En el fondo creo que no engaño a nadie.
Siempre digo lo que quiero a las personas que quiero que me regalen. Cuando no quiero nada por mi cumpleaños, cosa que no pasa muy a menudo, también lo digo. Me suelen ignorar y decirme que me van a comprar tal cosa, porque ha salido en una conversación estúpida. Bueno, que hagan lo que quieran. A Jere intenté enseñarle que me hace más feliz que me lleve a comprarlo, pero creo que no se dió por enterado. Hace unos años prohibí terminantemente que me comprase el ordenador desde el cual escribo ahora mismo. Al final se alió con toda mi familia, que es poca, y lo compró.
Así que todo el mundo cree conocerme y se pasa por el forro de las pelotas lo que digo. Soy una desagradecida, pero el año que viene vuelvo a la fórmula de que me paguéis la fiesta para que no me compréis el regalo.
¿A quién me parezco?
Los atajos mentales o heurísticos son algo habitual en todos nosotros. Es una forma de ahorrar tiempo y no tener que pasar horas con aburidos comecocos. Los estereotipos entran dentro de esta categoría. Así que cuando conocemos a alguien nos decimos a nosotros mismos, "es como chandler" o le decimos "te pareces un montón a mi prima". Yo lo hago mucho, muchísimo.
Yo al parecer me parezco a muchas personas, pero no conozco muchas personas que se parezcan a mi. Físicamente, probablemente, soy normalita. Mido metro sesenta, mis medidas rondan las estándar (90-60-90), pelo oscuro, ojos entre verdes y castaños, mi mirada lo dice todo y mi color de piel es casi el color carne de los plastidecor. Una persona normal. Pero alguien me dijo una vez que en mi se daba una mezcla extraña psicológicamente. Dos cosas que en principio no deberían de ir unidas en mi lo van. Debe de ser la dualidad de los géminis. Soy a la vez cursi y radical. Escucho swing y me encanta el punk (comercial). Me divierte mucho ser superficial y puedo enfrascarme durante horas en una conversación profunda.
Después de pensarlo, hay una persona que se parece algo a mi, a la cual detesto por las cosas en las que no nos parecemos. Aunque nuestras personalidades puedan ser parecidas, los pensamientos profundos sobre justicia, amistad y amor, son diferentes. Lo cual hace que la deteste. En mi se cumple aquello de que no te gustan las personas que son como tu. La anterior es alguien a quien conozco. Existe un famoso que podría encarnar un estereotipo parecido al mio. Es Boris Izaguirre. Es una persona que cuando está rodeado de gente se comporta histriónicamente, se convierte en un clown superficial. Si lo sentamos en una tertulia, es alguien muy leído que tiene opiniones fundadas y a quien merece la pena escuchar.
Cuando ves una serie a menudo te comparan con alguien de ella. La única con la varios están de acuerdo en compararme, la primer fue mi suegra, es Abby de NCIS, creo que dijo que soy rara y dulce como ella, al menos me perciben así. Para mi soy dulce e inconsciente como Boo. Cogiendo Friends que es una serie en la que todos nos podemos sentir reflejados, soy rara como Phoebe y corro tan mal como ella, maniática como Mónica, aunque mis manías son diferentes, algo pedante como Ross, snob e insegura como Rachel y juguetona e inocente como Joey.
¿A quién os pareceis vosotros? O ¿a quién dicen que os pareceis?
Yo al parecer me parezco a muchas personas, pero no conozco muchas personas que se parezcan a mi. Físicamente, probablemente, soy normalita. Mido metro sesenta, mis medidas rondan las estándar (90-60-90), pelo oscuro, ojos entre verdes y castaños, mi mirada lo dice todo y mi color de piel es casi el color carne de los plastidecor. Una persona normal. Pero alguien me dijo una vez que en mi se daba una mezcla extraña psicológicamente. Dos cosas que en principio no deberían de ir unidas en mi lo van. Debe de ser la dualidad de los géminis. Soy a la vez cursi y radical. Escucho swing y me encanta el punk (comercial). Me divierte mucho ser superficial y puedo enfrascarme durante horas en una conversación profunda.
Después de pensarlo, hay una persona que se parece algo a mi, a la cual detesto por las cosas en las que no nos parecemos. Aunque nuestras personalidades puedan ser parecidas, los pensamientos profundos sobre justicia, amistad y amor, son diferentes. Lo cual hace que la deteste. En mi se cumple aquello de que no te gustan las personas que son como tu. La anterior es alguien a quien conozco. Existe un famoso que podría encarnar un estereotipo parecido al mio. Es Boris Izaguirre. Es una persona que cuando está rodeado de gente se comporta histriónicamente, se convierte en un clown superficial. Si lo sentamos en una tertulia, es alguien muy leído que tiene opiniones fundadas y a quien merece la pena escuchar.
Cuando ves una serie a menudo te comparan con alguien de ella. La única con la varios están de acuerdo en compararme, la primer fue mi suegra, es Abby de NCIS, creo que dijo que soy rara y dulce como ella, al menos me perciben así. Para mi soy dulce e inconsciente como Boo. Cogiendo Friends que es una serie en la que todos nos podemos sentir reflejados, soy rara como Phoebe y corro tan mal como ella, maniática como Mónica, aunque mis manías son diferentes, algo pedante como Ross, snob e insegura como Rachel y juguetona e inocente como Joey.
¿A quién os pareceis vosotros? O ¿a quién dicen que os pareceis?
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