los de fuera,
aquellos que tienen pocas piezas
o menos vida,
otros
sólo ven la melancolía en los poemas.
Y tu,
que conoces mis sonrisas de madrugada
o vives la lucha,
lees entre líneas la esperanza,
que destilan las palabras escritas
por mi
en un mundo virtual que pertenece a extraños.
Otros,
los de fuera,
pegan sus pestañas a mis carcajadas,
o a mis lágrimas,
para ellos,
ajenos a mi,
signos inequívocos de alegría o tristeza.
ajenos a mi,
signos inequívocos de alegría o tristeza.
Y se dejan por el camino
aquello que tu, que observas
eres capaz de percibir
el crecimiento, el sufrimiento y la elección.
Esos detalles te devuelven a mi.
Y como estás, decido que más vale sonréir
porque quizá eso atraiga más felicidad y más amor.
Y mis poemas
que otros interpretan tristes
tienen un rayo de esperanza,
una segunda lectura anclada en el lado brillante.
Y tu que te empeñas en escuchar la carcajada entre la tormenta,
tu que ves mi alma desnuda y completa,
tu,
descubres la luz (que no se apaga) y sonríes.
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