martes, noviembre 19, 2013

Abrigo

El frío
me congela
los pensamientos,
las musas
y el temperamento.
Olor a nieve
acompaña
los traslados
en el exterior.
Protegido
mi cuerpo
contra las inclemencias
con capas
de algodón
y plumas
contenidas
contra mi pellejo.
Y son mis manos
las que se amoldan
a las formas
de las tazas de te
que preparo
e ingiero
una tras otra,
tras otra.
Mientras
ese líquido
apreciado
década tras lustro,
tras siglo,
consigue
no sin esfuerzo
templar el interior
de huesos necróticos
y entrañas
criogenizadas.
Así me hallo
oculta en lienzos
que sólo dejan intuir
el alma que habita
a través de los ojos
que quedan descubiertos.

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