Doce uvas por mis deseos,
-y unas braguitas rojas
para hacerlos realidad;-
desnudo el amor y las congojas.
Una lágrima por los amores
que en el olvido reposan;
con el que calienta el lecho,
tres carcajadas se desbordan.
Un trabajo y algo de dinerillo,
una sonrisa cada mañana;
un verso que se escape de los labios,
mientras miro a través de mi ventana.
Cientos de libros, millones de palabras,
miles de frases que adornen mi viaje,
escondidas las caricia como pasaje.
Un montón de cariño en mi equipaje.
Un abrazo entre las hojas de mi diario,
cientos de amigos en las rutinas.
Londres, Madrid, Marruecos, Rusia.
Paisajes pixelados en las pupilas.
Descansar entre nubes nórdicas
de un pequeño rincón del mundo
donde acompañada vago sin rumbo.
Oliendo el te a horas intempestivas.
Una sonrisa que te despierta;
posar tus manos al atardecer,
con el aceite que alimenta
amor, sosiego y placer.
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