Todavía no tienes
forma.
Para mi existes.
Eres la risa,
esa que no deja un minuto
de silencio.
La de las lágrimas
y los ecos.
Eres el llanto,
la lucha por exprimir
cada segundo.
Ese mar
que recompone
lo que se rompe.
Hoy.
Yo.
Ya te conozco.
Y los demás se preguntan.
Por tu existencia.
Yo sé, que eres dulce.
Como el algodón de azúcar
que un día limpiaré de tu cara
a besos.
Yo sé que eres independiente.
Conozco tu cabezonería.
Y probablemente
un día
me agote.
Entonces
tendré que dejarte
libre y confiar
en tu independencia.
Sin embargo, hoy,
todavía no he oído
ni tu risa,
ni tu llanto.
Sólo tengo
el tacto
para conocerte.
Y así
nos comunicamos.
Mientras para los demás
eres un concepto
abstracto,
sin forma.
Y para mi existes.
Eres.
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