Y yo, antes de nacer,
quise ser mujer.
Generar vida,
cuidarla y ayudarla a crecer.
Desgranar los sentimientos
en caricias y comunicación
sin que pareciese extraño.
Y yo, antes de nacer,
quise ser mujer.
Imaginé esa piel suave
que acompaña los movimientos
de las caderas anchas
dispuestas a ser puerta
a las nuevas vidas.
Y yo, antes de nacer...
antes de nacer...
soñé...
La genética sin embargo
me dio estas facciones
que no son mías.
Vivo dentro de la piel
de un extraño.
Mi voz no es armoniosa,
no acaricia,
más bien es grave,
obliga a ser escuchada.
Mi cuerpo
se cubre de vello
en lugares que no debería.
Y mis caderas jamás darán paso
a una nueva vida.
Y yo, existo
dentro de este disfraz.
Esta máscara que no permite
ser quebrantada.
Este cuerpo
que se convierte en prisión
y cadenas.
Yo, que antes de nacer,
quise ser mujer,
nací siendo hombre.
Y poco a poco,
día tras día,
consejo tras consejo,
lo odié.
Siempre limitándome,
alguien, fuera de mi,
dentro de mi,
decidiendo
por mi
qué como hombre debía hacer.
Tantas voces...
Y yo, que antes de nacer...
quise ser...
No supe explicar
qué era lo que no funcionaba.
Nadie supo entender
qué tuerca se podía cambiar.
Así que decidí morir...
por no poder ser
aquello
que antes de nacer
sabía que debía ser.
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