Hablo contigo
hoy que ya no le quedan horas
a este reloj
que late en el pecho
viejo y desgastado por el uso.
Mis cuerdas vocales
se mueven
al compás de la arena
que ya no se desliza
por falta de gravedad
y carencia de impulso.
Y el tiempo se detiene
como mi discurso,
y tu,
con quien hablo
desapareces y dejas huellas
en mi alma
pero no en mis pupilas.
Rastros de conversaciones
que no existen
en un momento pretérito
ni futuro.
Y descubro entonces
que lo hemos roto,
el juguete, la vida,
elegimos la decisión
errónea
que nos lleva
a la extinción.
Aquí en el limbo
desierto de emociones
donde todos estamos cansados
de la lucha
y sólo queremos
que alguien nos recuerde
cómo era el amor,
ese que sentíamos de jóvenes
y nos hacía lograr
la supervivencia.
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