Creo que los escritores no son gente feliz. Si fueran felices o hubieran tenido adolescencias felices no escribirían. Sólo los malos son felices. Ponerse a escribir es algo antinatural.Ahí creando inseguridades y diciendo cosas que no son verdad.
Primero, da la sensación de que la felicidad es una cualidad de ser y no de estar. Mi punto es que la felicidad es una cualidad temporal, como mi pelo rubio (soy castaña así que cuando he querido ser rubia he tenido que teñirme). Así que aunque decimos que somos felices, es porque queremos que dure toda la vida, pero no lo hace o porque es tan grande que la queremos hacer permanente. Pero desear que sea estable no lo hace estable. Por lo tanto la meto dentro de la categoría de las sensaciones de estar; estoy feliz, estoy triste, estoy enfadada. Los escritores pueden ser inseguros o pensar demasiado o sentir demasiado o verse desbordados por los sentimientos, que son cualidades inherentes a la persona y requiere mucho trabajo cambiarlas. Aunque conozco escritores seguros de si mismos. La felicidad no es inherente a la persona.
Segundo, me estresa que toda la literatura que no es oscura y autodestructiva es desdeñada. O eres Bukowski o eres malo. ¡¡¡Por el amor de dos!!! Y entonces, ¿qué pasa con Jane Austeen? ¿El prisionero de Zenda? ¿Loca por las compras? ¿El hombre bicentenario? ¿Primer Beso de Amado Nervo? Y cientos y cientos más de libros. La literatura rosa, la literatura ligera se vende muy bien. Porque la gente no quiere leer Los miserables o Dickens, la gente quiere respirar, para dramas ya tiene los suyos.
Y aunque reconozco que ponerse a escribir es algo antinatural, es decir aprendido, pensar no lo es, es tan natural como comer o respirar. El principal valor de un escritor son las palabras y sus historias, no las formas de que estas lleguen al público. Si este hombre se quedase sin la posibilidad de escribir, su mente seguiría creando historias y recurriendo a las palabras. Las podría dictar, las podría memorizar y convertirse en un contador de historias, tiene unas cuantas posibilidades para seguir siendo escritor.
Entiendo que tenga que provocar porque así ganas más atención que es lo que al final necesita o le viene bien para darse a conocer o vender. Pero como detrás de cada broma hay algo de verdad. Detrás de cada declaración también lo hay. Y como figura pública hay cosas que me parecen reprochables. Como cuando yo digo una barbaridad (si ante personas poco experimentadas decir que lo más importante es llegar al orgasmo, en lugar de lo que sería más cierto es que lo importante es la complicidad y pasártelo pipa y reírte y llorar y hacer lo que os apetezca) me reprocho a mi misma.
Siento que este hombre no sea feliz o no lo haya sido. O no haya superado que no era popular en el instituto. O lo que yo creo que se acerca más a la verdad, que no sepa dejarse ser feliz más de tres segundos. Y entiendo que probablemente como escritora no le llegue ni a la suela de los zapatos, pero es por falta de esfuerzo y dedicación no por mi estado de ánimo o mi visión de la vida. Y sí, soy cursi y fantástica, porque creo en las personas y en potenciarlas no en hundirlas.
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