Hoy los adultos estaban muy raros. Mama lloraba, aunque eso es normal, llora hasta con las películas de la tele. Pero era diferente, tenía cara de triste de verdad. La abuela ha abierto la puerta cuando hemos ido a por ella y nos ha saludado a todos, pero no como siempre. Parecía que ella también había llorado. Al empezar a hablar entre ellos la abuela ha dicho que había ropa tendida. Yo he pensado que a lo mejor estaba preocupada porque estaba lloviendo y se le iba a mojar la ropa. He salido corriendo hacia la terraza, a ver si podía destender y quizá así todo volviese a la normalidad. Mira que son raros los adultos, se preocupan a veces por unas cosas... Pero al llegar a la terraza no había nada tendido. Así que he vuelto. La abuela y mamá lloraban abrazadas. Yo quería decirles que no había ropa tendida que no se preocupasen. Pero Papá me ha interceptado y me ha dicho que hoy tenía que ser mayor. Me ha cogido de la mano y hemos salido.
Supongo que vamos al hospital a ver al abuelito. Los doctores le van a arreglar para que vuelva a casa a cuidar de la abuela y a llevarme al parque. Mi abuelo es genial consigue que los pajaritos coman de su mano. Dice que cuando crezca me enseñará el secreto.
Voy sentada entre mamá y abuela. Papá conduce. Mamá nunca va detrás cuando vamos al hospital. Sólo se sienta conmigo durante los viajes. Ahora que me fijo, este no es el camino del hospital. Le pregunto a mamá si vamos al hospital. Mamá llora y me abraza. Yo la abrazo. Esta vez me toca consolarla a mi. Así que le acaricio el pelo, como lo hace ella cuando la que llora soy yo. Le susurro un te quiero bajito. Papá me mira. He tomado una determinación, le preguntaré a papá qué pasa cuando nos bajemos del coche.
1 comentario:
es precioso cariño, te kiero.
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