He plantado pensamientos rojos en Regents Park en otoño. Mientras el agua fluía por las fuentes y alguna ardilla curiosa me miraba intrigada ofreciendo un penique por mis sueños.
El cielo nublado echaba de menos al esquivo sol de este Londres triste; inspirando melancolía de España, morriña de ti. Extrañando besos y caricias que hoy, entre las flores plantadas en este jardín, pertenecen a un verano que ya no existe más que en las raíces. Voces perdidas en la vegetación, quizás ya no verde, de otro país.
He descubierto, tras limpiarme las manos de tierra celta, que las calles de este parque añoran las carrozas; dejando paso a transeuntes y corredores atareados en controlar las respiraciones perdidas de la gran ciudad.
Este remanso parece haber desdeñado al tiempo, congelándome en este espacio olvidado de ti. Sin embargo, como en el baile del laberinto, la acción sigue más allá de los personajes que me acompañan sonrientes en una burbuja diseñada para mi. Bailando sin ti.
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