Hoy, paseando, olvidé mis zapatos entre Alicia y Peter Pan. Rodeada de todo aquello que no cabe en nuestro hogar, pero descarga risas por las ventanas.
He descansado de la lluvia en un césped de moqueta con olor a librería antigua. Sorprendiéndome al encontrar letras y bits perdidos en las esquinas. Mientras las salas de lectura quedaban prohibidas a los extraños, como el mundo tras la madriguera.
Sus paredes, blancas, permanecían, aún, sin escribir. Siendo preadolescentes y con tantas historias por vivir. Sin embargo, la sabiduría almacenada en sus órganos y células permanecía en estantes ajenos a la solidez y juventud de sus ladrillos.
La columna vertebral, contraste oscuro en tan luminoso lugar. Llena de códices y reliquias. Seguramente escritas en la infancia de este país. Sólo los más dotados tendrán audiencia ante la reina de corazones para acceder a sus secretos.
Hermoso, tranquilo y vivo. Con libros encadenados a sus lectores. Vine a reposar del gris caos de las nubes. Olvidé algunas palabras pintadas en cobre, mientras Alicia, despidiéndose calzada con mis zapatos, se alejaba hacia Nunca Jamás.
martes, septiembre 14, 2010
viernes, septiembre 10, 2010
Regents Park Labyrinth
He plantado pensamientos rojos en Regents Park en otoño. Mientras el agua fluía por las fuentes y alguna ardilla curiosa me miraba intrigada ofreciendo un penique por mis sueños.
El cielo nublado echaba de menos al esquivo sol de este Londres triste; inspirando melancolía de España, morriña de ti. Extrañando besos y caricias que hoy, entre las flores plantadas en este jardín, pertenecen a un verano que ya no existe más que en las raíces. Voces perdidas en la vegetación, quizás ya no verde, de otro país.
He descubierto, tras limpiarme las manos de tierra celta, que las calles de este parque añoran las carrozas; dejando paso a transeuntes y corredores atareados en controlar las respiraciones perdidas de la gran ciudad.
Este remanso parece haber desdeñado al tiempo, congelándome en este espacio olvidado de ti. Sin embargo, como en el baile del laberinto, la acción sigue más allá de los personajes que me acompañan sonrientes en una burbuja diseñada para mi. Bailando sin ti.
El cielo nublado echaba de menos al esquivo sol de este Londres triste; inspirando melancolía de España, morriña de ti. Extrañando besos y caricias que hoy, entre las flores plantadas en este jardín, pertenecen a un verano que ya no existe más que en las raíces. Voces perdidas en la vegetación, quizás ya no verde, de otro país.
He descubierto, tras limpiarme las manos de tierra celta, que las calles de este parque añoran las carrozas; dejando paso a transeuntes y corredores atareados en controlar las respiraciones perdidas de la gran ciudad.
Este remanso parece haber desdeñado al tiempo, congelándome en este espacio olvidado de ti. Sin embargo, como en el baile del laberinto, la acción sigue más allá de los personajes que me acompañan sonrientes en una burbuja diseñada para mi. Bailando sin ti.
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