Ahora. El sol se abre paso hasta mi piel. Joven y sedienta. Un viento suave acaricia mi pelo. Se revuelve entre sus dedos. Mis pupilas se cierran ante el intenso brillar del mediodía. Mi respiración acuna mi siesta. Los latidos retumban sigilosos y precisos en mi pecho. Una hormiga recorre mi dedo pulgar de camino a casa.
Ahora. Siento el calor de la mañana y el frescor de la tarde entre mis piernas. Mis pies liberados de ataduras se esparcen con la yerba. Mis manos hacendosas acarician mi dulce vientre. Un escalofrío recorre mi espalda. Epitelios que se regocijan al mediodía.
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