sábado, noviembre 03, 2007

Muerte...

- ¿Crees que será doloroso cortarse las venas? Quizás sea demasiado sangriento... No estoy segura de que pueda suicidarme. Sería más fácil algo en lo que mi voluntad no interviniese.
- Pero ¿por qué hablamos de esto? Sé que la vida es una mierda... pero tanto como para morirse... No lo tengo nada claro... Aunque puestos a morirse, mejor que sea durmiendo... Quizás soñando con un lugar mejor o con algo más fácil...
- Entonces tu eres de las que tomaría un montón de pastillas... Eso es tan Marilyn... que poco original...
- Claro... ¿cómo si existiera una muerte original? La muerte no es original... a menos que la pongas en el contexto de una serie de televisión, pero seguro que alguien más ha muerto así. Quizás sólo se salve la de tan muertos como yo.
- Ya pero eso es totalmente involuntario y se te quedan muchas cosas por decir... Ponerle fin a la vida debería ser un contrato personal... Un momento en el que pensases, ahora me puedo morir...
Jugueteaba con la idea de su muerte, como una niña que juega con la última barbie que ha salido al mercado. Era algo que siempre la había divertido. No era una gótica, ni creía en la vida eterna. Simplemente la muerte era un lugar libre de responsabilidades, libre de culpas. Un lugar donde todas esas emociones negativas fenecían ante la nada. No se daba cuenta que la nada lo absorbe todo. La nada es la ausencia, la falta de sentimientos. No había aprendido nada viendo la historia interminable. Además creía que uno vivía mientras hubiese supuesto algo en la vida de alguien. Y ella había importado a muchas personas. Aunque cuando jugaba con esa idea no pensaba en esas personas. Era un pensamiento principalmente egoísta. Ella nunca habría reconocido que era egoísta, pero no solía plantearse que consecuencias tendría que ella se suicidase. Simplemente era una manera de huir de esa realidad que la asfixiaba. Era una forma de presentarse ante el mundo irreverente y cínica y así ganar valor porque parecía que no le tenía miedo a tratar temas que a los demás incomodaban. Pero que a los demás los incomodasen no significaba que ella no podía sentirse a gusto. No significaba que a ella no le sirvieran para huir de esa cantidad de matices grises que abarrotaban un mundo tan bizarro que nunca se hubiese imaginado una vida más sencilla.
- Yo todavía no he decidido cómo quiero morir... quizás por falta de oxígeno... tal vez de un ataque al corazón mientras hago el amor... Es tan poético morir en un momento de placer...
- No crees que morirte lo jode todo. Además dejas jodido al que está contigo...
- No lo había pensado nunca.
- Ya. A veces deberías pensar antes de hablar. Bueno... me llama mi madre... me tengo que ir... nos vemos a las seis en la puerta del cine...
- Vale. Adios.
- Hasta dentro de un rato... adios.

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