amar a las mujeres.
No todos tienen la paciencia
de escuchar,
ni las ganas de entender.
No todos los hombres
saben mirar a las mujeres,
como seres completos
y mágicos y efímeros y estables,
como iguales y,
como amantes y compañeras.
No todos los hombres comprenden,
porque a no todos se les enseña.
Y por tanto, cuando encuentras
un hombre que, como mujer,
sabe amarte,
en ese instante el resto de ellos
desaparecen de la escena.
Y es entonces cuando encajas
cada una de las piezas
que componen ese sentimiento
que algunos ignoran y otros esperan.
(También funciona con cualquier otra combinación de sexos, porque al final los hombres y las mujeres son personas y por ello imperfectos e inconscientes).
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