Hoy, he descubierto que no estás. En el fondo, no sé por qué pero lo intuía. Y las lágrimas resbalan por mis mejillas. Tengo que escribir que te quería. Dejar constancia de que cambiaste mi vida. Agradecerte un poquito quien soy hoy. Me ha costado encontrar el camino. Tu ya sabías que estaba perdida y, sin embargo fuiste luz entre las tinieblas. Una mano a la que asirme cuando todo parecía derrumbarse. Un voto de confianza a ciegas.
Creíste en mi, incluso en momentos en los que ni yo misma lo hacía. Siempre me ofreciste cinco minutos más para explicarme algo que no entendía. Nunca viste ese tiempo como perdido. Siempre pensaste que con esos cinco minutos lo comprendería. Recuerdo las pizarras con aquella letra hermosa y ordenada. Nunca conocí a nadie con aquella meticulosidad y orden al exponer las ideas. Parecía todo tan sencillo. Pero lo que más recuerdo es el cariño, el apoyo. Tus palabras dándome la confianza que me faltaba. Tus manos que transmitían fuerza.
Hoy, quise compartir contigo un pequeño logro, no muy grande. El amor que has dejado atrás me ha dicho que quizás recibas el mensaje de otra forma. Y sin embargo, vives un poquito en mi. Al final mis logros llevarán un poquito de ti, y mi vida, agradecimiento.
Siento que no sea un poema. Es más puro. Es una fotografía de mi pensamiento. Aunque tu nunca lo leas.