domingo, febrero 21, 2010

Frágil

Sus pies parecían resbalar sobre aquel vidrio húmedo sobre el que reposaban. No osaba moverse. ¿Cómo habría llegado hasta allí? Una fina capa de hielo sostenía su vida frente a un abismo helado. Sólido opaco que no conseguía esconder la fragilidad de su jaula. Su vestido ya no era blanco y sus sueños ya no escondían inocencia. Los zapatos de cristal habían abandonado sus pies. El hielo había tomado el castillo. Un proyectil había alcanzado el corazón del príncipe. Su melena crecía, salvaje, alrededor de su mirada. La tristeza teñía sus ojos esmeralda de gris. La bruja había tomado el mando, y ahora ella vagaba por una prisión de nieve. Quiso aferrarse a la pasión de sus labios. Ahora, desamparados de amor palidecían mientras los desgarraba soñando el amor sentido en una vida anterior.

El humor que recorría sus venas se iba tornando agua, fundiéndose con el residuo opaco que inundaba su prisión. El frío invadía su cuerpo, alejando el júbilo, la vida. Intentando que sólo quedase La Nada que intentaba destruir Fantasía. El cansancio se apoderaba de su día. Entre sueños despertaba en aquel lugar incoloro. Olía a lejía, a ausencia, a cristales rotos en una bañera. No podía estar pasando. La actividad tenía que volver a sus mejillas. Sabía que tenía que despertar. Como siempre su única salvación sería ella. Romper la fina capa que la separaba el averno de una realidad no siempre complaciente. Ya tenía un objetivo. Conseguir que aquel cubículo que la estaba devorando mostrase su debilidad. ¿Cuándo estaría preparada? Sólo tenía que tomar las riendas. Intentó huir, pero nunca hubo un lugar dónde hacerlo.

Ahora le vendrían muy bien los tacones de aquellos zapatos de cristal que calzó una vez. Los buscó por todo el recinto y sólo encontró las migajas. Servirían igual. Cogió con determinación uno de los fragmentos y la sangre empezó a brotar por sus manos mientras arañaba con él el hielo. Se quebró el suelo bajo sus pies abriendo una ventana. Se sumergió en el frío. Se saciaban sus nervios de sensaciones nuevas. Ahora no era el momento de rendirse. ¿Cómo responder ahora? Comenzó a luchar contra aquel líquido que intentaba apoderarse de su respiración.

Sus pies tocaron un suelo firme y sucio, ingrato. La gama cromática empezaba a saturarse. Cerró los ojos un instante. Había cambiado el mundo. Sus hermosas manos ya no eran perfectamente inútiles, la ayudaban a luchar. Sus pies empezaban a decidir las direcciones y a tener claro el camino. Una nueva fuerza había surgido de esa fragilidad. Parecía que nunca había sido la princesa de porcelana en la que pretendían convertirla. Sus labios aún quebradizos recordaban el amor. La huella empezaba a tomar fuerza. Recuperó esa fuerza que había desaparecido en el momento que dejó de latir el corazón del único hombre que había conseguido leer su alma.

Llegó a un lugar sin castillos, sin príncipes; y sin sueños, ni nieve. Se encontró con la Realidad, ésta se mostró honesta, dura y amable, mientras le dejaba entrar.
- Por cada beso que siembres recojerás una sonrisa. Habrá estaciones en tu vida, el paisaje cambiará sin avisar. La Nada, a veces visitará el músculo que vibra en tu pecho. Intenta tener a tu gente contigo. Esforzarte será la regla. Por cada gota de sudor, un día más. En algún instante mirarás hacia atrás y todo tendrá sentido. La vida, siempre tiene razón.

2 comentarios:

Vahinilla dijo...

me gusta el final te kero

Anónimo dijo...

Hola, soy "Anónimo-2". Todo esto que has escrito con este nombre está muy bien. En todos los sentidos. Tiene la magia de un cuento. Y un final feliz, real y lleno de ánimos y esperanzas en el futuro y en las propias fuerzas que todos podemos recuperar luchando fuerte. Esto es solo parte de todo lo que me ha hecho pensar y recordar.
Hace tiempo, en una ocasión yo escribí un pequeño relato y hablaba de que me sentía fragil.
Al tiempo, yo esperaba para ir al trabajo en el mismo lugar, a la misma hora y sentada en el banco de la parada del autobús. Era muy temprano. Alguien había colocado un cartón de embalaje perfectamente doblado, colocado y apoyado desde el suelo hasta el mismo asiento y se leía perfectamente las letras grandes de la palabra "fragil".
Sabía que ese cartón así, de esa forma colocado, estaba puesto intencionadamente. Esto tiene un nombre. Y solo lo hace una persona cobarde.
Estaba amaneciendo, a mi izquierda se divisaban 2 arboles altos, erguidos, rectilineos y entre ellos, en los días claros, se veía el sol amaneciendo, con todo su explendor. Miré hacia allí como tantos días y en el camino al trabajo, en silencio, lloré.

Besos/mi mano acaricia tu mejilla.