martes, febrero 05, 2008

Fumar.

Ayer pasó una cosa a la que en principio no le di importancia. Realmente no es que sea importante, sino que es algo más o menos común. No me importa que la gente fume, de hecho me parece una barbaridad la ley antitabaco. Mi idea es que es mejor formar que prohibir. Pero hoy pensando he entendido para que tipo de personas se hizo esa ley.

Fuimos a un restaurante y nos preguntaron zona de fumador o de no fumador. Normalmente me trae sin cuidado. Aunque en sitios cerrados, y puestos a elegir, prefiero no fumador, por eso de que la ropa después te huele como un cenicero. Si vamos con gente que fuma me siento en fumador y sin problemas. El caso es que una persona de nuestro grupo respondió rápidamente: De fumador; solo fumo yo, pero... y algo que vino a significar el resto os aguantáis. Mis amigos habitualmente no fuman, yo no fumo, y he defendido en múltiples ocasiones a los fumadores que son tratados como leprosos. No tengo problemas con ninguno de los dos bandos. Ahora, si en un grupo de nueve personas sólo fuma una, por qué tenemos que fumar las otras ocho. No lo entiendo. La misma consideración que tengo yo con ellos, de al menos preguntar, de vez en cuando me gustaría que la tuviesen conmigo, aunque al final no me importe ir a zona de leprosos fumadores. No estoy criticando el hecho de fumar que es una decisión personal, pero sí el hecho de anteponerse a los demás y no respetar ni preguntar siquiera.

Lo cierto es que en la zona de fumadores sólo estábamos nosotros, y no estuvo mal, apartados de la marabunta, que no era mucha. Acabábamos de salir de un pub, bar o como queráis llamarlo, que me dejó la ropa oliendo a cenicero. Debo de reconocer que lo detesto, no me importa que se fume, pero por favor, vayamos a lugares que tengan un buen extractor o que por lo menos abran las ventanas cuando se llena de humo. Cuando quedó con estos amigos nuevos, procuro no ponerme ropa que acabe de lavar, sino cosas usadas. Aunque airees las cosas que han entrado en un lugar con humo siempre queda ese resto de olor, y te vas preguntando todo el día de donde viene ese olor y si serás tu.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Lo que algunos días de Febrero fue llamado niebla no eras sino tu deambulando de forma inconcreta".
Este es un poema de Port, un escritor que sólo firma así en las distancias cortas. Lo escribió en Inglaterra, en Devonshire, probablemente, lugar en el que vivió una temporada.
Pero como Port cambia también de día en día y de hora en hora - aunque es nocturno, no diurno - pudo confundir nieble y humo. No creo. Port no fuma. Tiene una especie de alergía al tabaco. Y, aunque cree en la libertad, siempre elige zona de no fumadores.
Mándame tu dirección de mail a la mía: emilioport@hotmail.com

Anónimo dijo...

La melancolía...me arrastra aquí y porque entiendo tu "compulsión a escribir sin saber porqué".
Quiero opinar sobre el tema tabaco. Yo pasé la edad crucial de mis 15 a 21 años sin fumar. Tan solo fue porque no sabía tragar el humo. No era por tanto ningún motivo pro-salud o de otro tipo. Por aquellos años si compartía espacio, sea cual fuere, con algún fumador empedernido no me molestaba. Era como si mis pulmones impidieran el paso a todo tóxico que lleve el tabaco mo quizás ¿era la edad...? ¿quizás en esos años el cuerpo está con todo su potencial sanador? no lo sé.
No tenía falta de ser tolerante ya que no me molestaba y además en aquellos años estaba bien visto fumar y para nosotras las mujeres, además, era una manifestación de "libertad".
A los 21 años más o menos ¡qué tontería! ¡como tantas que he hecho en mi vida!... un día tonto, me dió por aprender a fumar, a tragar el humo. Lo primero que sentí fue unas ganas imperiosas de ir al baño, fue un buen laxante y creo que tuve como ganas de vomitar...lo tengo esto último un poco perdido en la nebulosa del tiempo. Y empezó mi vida de fumadora hasta los 33 años.
Antes de esta edad ya había hecho varios intentos de dejarlo pero lo más que duraba 1 o 2 meses y cuando volvía a fumar el consumo aumentaba. Llegó un momento que no podía pasar más de 15 minutos sin dar 4 o 6 caladas, no más, no me lo admitía el cuerpo. No podía terminar el cigarrillo nunca. Esta dependencia me agobiaba.
Cuando el médico me confirmó que estaba embarazada, pensé: Ahora o nunca. Y lo hice, aguanté como una jabata el mono y no fumé ni un pitillo pensando en mi hijito futuro. Después de nacer seguí sin fumar por la lactancia y cuando ya llevaba 1 año y pico sin fumar, pensé: ¿y ahora lo voy a estropear y voy a echar a perder todo el esfuerzo invertido?.
Cuando llevas tiempo sin fumar lo primero que notas es que dejas de toser a las mañanas cuando te despiertas, despues que subes mejor las escaleras y que no echas el higadillo si tienes que correr en un momento determinado. También te percatas que tus catarros y problemas de faringe disminuyen. En contra de lo que se suele decir, yo no engordé al dejar de fumar pero lo que sí es que las pasaba "putas" el dejar ese cigarrillo de la sobremesa con amigos o familiares.
He estado 20 años sin fumar, cosa que me alegro.
Dicen que los que hemos sido fumadores y dejamos de fumar luego somos los más intransigentes para los que fuman???????. En mi caso, si me molesta que fumen a mi lado no es por fastidiar al prójimo lo que me ocurre es que he desarrollado una hipersensibilidad-irritación al humo. Es como si mi aparato respiratorio sufriera una intolerancia a ese tóxico.
Además ya no soporto el aliento de un fumador, ni el olor a tabaco en la ropa o en la casa. Y también me irrita el poco respeto de los fumadores a los que no. Puedes estar con un catarro tremendo, echando casi la pota por el picor de garganta que el compañero de trabajo-fumador nunca se daba por aludido...y claro tú tampoco podías largarte del trabajo. Por eso aplaudo la prohibición de fumar en los centros de trabajo.
Para mí esta forma de pensar no es una copia de la moda imperante de los EEUU, es un resumen de lo que acabo de explicar y no quisiera terminar mi vida ahogándome con una botella de oxígeno al lado.
Un saludo.