Me he estado fijando últimamente en los motivos básicos de las separaciones de parejas que llevan mucho tiempo juntas. Además parece que todo el mundo quiere recordarmelo. Hoy mismo mi hermano me pregunta, sin venir a cuento para mi ¿qué opinas de la familia tradicional? Ante tal pregunta me he quedado estupefacta y le he preguntado, ¿qué quieres decir con que qué opino? Y me dice, hemos estado discutiendo en clase sobre que la familia tradicional se está extinguiendo.
Mi principal tesis al respecto, avalado por las últimas batallas conyugales de las que he sido testigo, 3, es que uno de los dos crece. Ya no vivimos en una sociedad en la que eres mayor a los 30, vivimos en una sociedad en la que esa edad es el fin de la adolescencia. Puedes haberla conocido antes, y entonces hasta los 80 años (media de vida), son más de 50 años. Tienes que pasar más tiempo con la otra persona y eso hace que sea mucho más dificil el "y vivieron felices para siempre". Más tiempo supone más cambios, más cosas que puedes hacer con tu vida, más personas que puedes ser, más personas que pueden cambiar tu forma de pensar... más vida.
Si a esto añadimos otros dos factores determinantes como es que a lo largo de todo ese tiempo puede que uno de los dos cambie sus objetivos de vida, o lo que quiere para su futuro, y, el hecho de que ahora ganan dinero los dos tenemos las separaciones servidas en bandeja. ¿Para qué vas a aguantar si puedes estar mejor sin él o ella? Puedes mantenerlo como amigo pero sin objetivos comunes, el amor se vuelve una razón muy debil ante las batallas que se libran cada día, se desgasta, y acabará siendo tu amigo más que tu pareja. Le tienes cariño, pero puede que haya días en los que no recuerdes por qué te enamoraste de él o ella. Como amigo puede seguir su camino, puedes seguir queriéndolo y respetándolo. Como pareja te haría la vida imposible, y haría tus objetivos inalcanzables, acabarías frustrado. ¿Quién desea una vida de frustración? Frustración versus amor. Poca gente esta dispuesta a entregarse tanto a otra persona, a cambiar sus planes sobre la marcha por su compañero, a anteponer la felicidad de la pareja a la suya propia. Simplemente una de las dos cosas te llena más y normalmente te llena más lo que te permite crecer, lo que no te estanca. Si te acompañan en el camino del crecimiento genial, sino es una lástima pero lo dejarás en ese punto del tenedor en el que vuestros caminos se bifurcaron.
En 2 casos próximos, han pasado cosas parecidas. Ellas han abierto sus alas al mundo y ellos las han perdido. Uno de ellos ha crecido. Han crecido hacia un lugar en el que se sentían desarrolladas. La relación se ha visto afectada, porque no eran las mismas personas, y los roles han cambiado. Ellas tenían más poder, más control y pedían más, más comprensión, más compromiso, más igualdad, más reconocimiento, o simplemente se han metido en un terreno que no era el pactado. Ya no estaba tan claro quién proveia de qué, quién se encargaba de qué. Había que revisar y actualizar el contrato. Y lo que es más importante, el otro no acompañó en el crecimiento, dieron por sentado que ante las nuevas experiencias su pareja no cambiaría. No es tan simple, ni siquiera es cierto que siempre crezcan ellas. Lo que pasa es que esto desencadena comportamientos o actitudes que acaban con la pareja, con su equilibrio. Porque, seamos francos, esto por si sólo no rompe una pareja. Siempre acaban saliendo a la luz las inseguridades, los errores que todos cometemos por miedo y se acaba perdiendo a la pareja en algún lugar, volviendose esta un desconocido. Pero es un factor a tener en cuenta. En el momento que el otro crece, uno se asusta y comienza a cometer errores. En algunos casos errores imperdonables, que tienen justificaciones muy válidas. El resultado es que te sientes solo, a pesar de tener al lado a esa pareja que se supone que te quiere por y a pesar de tus imperfecciones, a aquel que te iba a acompañar todo el camino y servirte de bastón cuando lo necesitaras.
En el mundo de los negocios todo el mundo asume un contrato, cuando ese contrato se vuelve ineficiente ambas partes se sientan y renegocian o rompen el contrato. El problema viene porque en el amor, no es tan fácil sentarse y renegociarlo, o entenderlo como un contrato. Las emociones y los sentimientos habitualmente no dejan o no quieren ver lo que hay detrás de ellos. Y acaba disolviéndose la compañía, ante el desacuerdo de los socios.
Sólo es algo que he notado. Que nos pasa a todos y que todos intentamos que no nos pase. Pero la vida es muy dura y muy larga y necesitamos a un compañero que empuje con nosotros, no alguien a quien tengamos que arrastrar o que empuje en otra dirección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario